- Los jefes de Gobierno del denominado Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y Chequia) se solidarizaron ayer con Varsovia por la crisis de migración en su frontera con Bielorrusia, y abogaron por que la Unión Europea (UE) financie vallas en las delimitaciones externas de su territorio. “Nunca hubo tanta presión en las fronteras de la UE”, dijo el primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, en rueda de prensa tras participar en una cumbre con sus homólogos del V4.
El jefe del Gobierno magiar volvió a arremeter contra Bruselas, como ya tantas veces en el pasado, al opinar que la UE “solo apoya lo que genera inmigración”, como las ONG y diferentes programas de integración de refugiados. “Solo para las vallas no da dinero”, declaró el líder ultranacionalista, que añadió que “la UE debería financiar al menos la mitad de los gastos que le ha costado a Hungría levantar vallas en su frontera con Serbia en 2015”.
Su colega polaco, el ultraconservador Mateusz Morawiecki, consideró que “la UE debería agradecer a Orbán el hecho de que defienda las fronteras desde hace años”. Al referirse a la crisis de inmigrantes en la frontera entre su país y Bielorrusia, el primer ministro de Polonia acusó a Minsk de “querer generar desintegración en la UE” al fomentar que miles de refugiados e inmigrantes, procedentes en su mayoría de Irak, Siria y Afganistán, intenten pasar de suelo bielorruso al territorio comunitario.
“No solo defendemos nuestras fronteras sino también las de la UE”, subrayó el líder polaco.
Por su parte, el primer ministro saliente de Chequia, Andrej Babis, criticó como “ineficaz” la actual lucha contra el tráfico ilícito de personas en la UE, y vaticinó que “el problema” de la migración “no terminará nunca”.
En este contexto, las autoridades de Bielorrusia alertaron ayer de que unos 2.000 migrantes que se encuentran en la frontera con Polonia se niegan a abandonar el centro de acogida para ser repatriados. La mayoría de migrantes, de procedencia iraquí y siria, insisten en que su intención es permanecer en la zona con el objetivo de finalmente cruzar la frontera y entrar en la Unión Europea, si bien muchos ven como destino final Alemania. Muchos de ellos hablan alemán e incluso tienen familias en el país, aunque no han podido obtener los visados necesarios para desplazarse.
El jefe del departamento de migración del Ministerio del Interior bielorruso, Alexei Begun, explicó que la mayoría insiste en ser aceptado en el bloque comunitario y que ninguno ha solicitado asilo en Bielorrusia. “También rechazan cualquier sugerencia sobre volver a sus países de origen”, aseveró.
La cara más amarga de la crisis que en las últimas semanas se vive en la frontera entre Polonia y Bielorrusia se vio ayer, en el funeral de un bebé que murió hace una semana en el parto de una mujer migrante que entró en Polonia desde Bielorrusia. El funeral por el pequeño tuvo lugar en el cementerio musulmán de Bohoniki, en Polonia.
El bebé nació muerto de manera prematura en la semana 24 de gestación cuando los médicos intervinieron a su madre en estado crítico tras cruzar de Bielorrusia a Polonia. La madre continúa en estado crítico en un hospital, mientras que el padre con los otros hijos del matrimonio se encuentra internado en un centro de migración.