Una ola de puritanismo acecha la televisión a nivel planetario. Y no solo porque en algunas cadenas las periodistas tengan que salir con el velo correspondiente por temas culturales o imposiciones religiosas. Hace una semana, una presentadora del tiempo en EEUU, tuvo que ponerse un chal en pleno directo porque había llamado un espectador quejándose del excesivo escote. Lo extraño fue que aquella llamada de aquel ser escandalizado surgió efecto y se le acercó una prenda a la presentadora para que se tapara. Ahora, el tema llega a Europa, en concreto hasta la Radiotelevisión pública italiana que ha lanzado un nuevo manual de estilo que abarca algunos aspectos de sus presentadores, aunque en realidad estén pensando, sobre todo, en sus presentadoras. Dice el manual -o lo que sea- que se acabaron en la RAI los escotes pronunciados, que nada de minifaldas y tampoco vestidos ajustados, ni otros que muestren los brazos desnudos. Añaden, también, que se olviden de los tacones de aguja y que los vayan sustituyendo por plataformas más bajas. La información es de ayer mismo, que nadie se piense que está leyendo algún calendario mariano del siglo pasado. Es difícil saber si quienes pretenden todo esto para sus presentadoras, lo hacen con afán de protegerlas o el de protegerse a ellos mismos de sus obsesiones. Dicen como argumento que en los telediarios tiene que hacerse caso a las informaciones más que al aspecto de los presentadores. El problema es que, de momento, el decálogo prima el continente sobre el contenido. Con estos antecedentes no tardarán en escamotear informaciones a los espectadores con la excusa de que no pasen un mal rato. En los estilismos de cada televisión, también va la manera de entender la libertad de expresión. Es difícil que alguien que sugiere alargar las faldas se conforme con eso y no dé un paso al frente hacia la censura. E Italia está aquí mismo.
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