Cuando se habla de energías limpias, el imaginario colectivo se llena de tejados cubiertos con paneles solares. Pero el autoconsumo no se acaba en el sol. En el aire y bajo nuestros pies hay también fuentes de energía que permiten calentar o enfriar una vivienda sin quemar gas ni depender del petróleo; tecnologías que cada vez están más presentes en Europa, aunque en a nivel estatal aún avanzan despacio.

Aerotermia: el calor está en el aire

La aerotermia aprovecha la energía contenida en el aire exterior para producir calefacción, refrigeración o agua caliente sanitaria. Lo hace mediante una bomba de calor que, con un pequeño aporte eléctrico, extrae el calor del aire (incluso en invierno) y lo transfiere al interior de la vivienda. En verano, el proceso se invierte para refrigerar.

Los sistemas de geotermia y los de aerotermia aprovechan las fuentes de energía presentes en el aire y bajo nuestros pies para calentar o enfriar una vivienda. Dall·E

El sistema consta de una unidad exterior (similar a la de un aire acondicionado) y otra interior con un acumulador de agua. Según la Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización (AFEC), por cada kilovatio (kW) de electricidad consumido, la aerotermia puede generar hasta 5 kW de energía útil, lo que se traduce en ahorros del 50% en la factura energética y una reducción del 80% de las emisiones respecto al gas natural.

En Europa hay ya 26 millones de bombas de calor instaladas, según la patronal EHPA, aunque el mercado sufrió una caída del 23% en 2024 por la incertidumbre económica. En el Estado, donde se vendieron un 5,5% menos equipos, su penetración en el sector residencial sigue siendo baja por el alto coste inicial (unos 8.000 euros de media) y la falta de incentivos ágiles. Sin embargo, en la industria y los servicios la tendencia es clara: el 68% de los proyectos con certificados de ahorro energético (CAE) corresponden a empresas que sustituyen calderas de gas por bombas de calor eléctricas.

Geotermia: energía del subsuelo

La geotermia extrae calor del suelo; a pocos metros de profundidad, la temperatura del terreno se mantiene casi constante durante todo el año (entre 10 y 16 °C en España, para ser más exactos), lo que permite aprovecharla mediante un sistema de intercambio geotérmico: un circuito cerrado de tuberías enterradas por las que circula un fluido que absorbe o cede calor.

Este calor se transfiere, igual que en la aerotermia, a una bomba de calor geotérmica, que lo convierte en calefacción, refrigeración o agua caliente. Su rendimiento es incluso mayor: por cada kW eléctrico se pueden obtener hasta 6 kW térmicos. Además, la instalación es silenciosa y no depende de la meteorología.

La geotermia puede reducir el consumo energético doméstico hasta un 70%, aunque su instalación es más compleja y cara. Dall·E

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la geotermia puede reducir el consumo energético doméstico hasta un 70%, aunque su instalación es más compleja y cara. Requiere perforaciones verticales o zanjas horizontales, por lo que se usa sobre todo en nuevas construcciones o edificios con espacio exterior. El coste ronda entre 12.000 y 20.000 euros, pero la vida útil supera los 25 años.

El Gobierno Vasco, a través del EVE, ha lanzado el programa más ambicioso de ayudas al autoconsumo de los últimos años. Dotado con un total de 80 millones de euros -ampliables a otros 80 millones durante la legislatura-, su propósito es acelerar la transición energética y avanzar hacia la descarbonización. Para ello, pretende desplegar 150 MW eléctricos y 100 MW térmicos en instalaciones renovables de hogares, administraciones públicas y empresas.

Lauro Ikastola ha sustituido el gasóleo por aerotermia y placas solares 

Plano cenital de las instalaciones en Lauro Ikastola. Cedida

En Lauro Ikastola (Bizkaia), la sostenibilidad no es un eslogan, sino una decisión estructural. El centro educativo, reconocido como Escuela Sostenible desde 2012 y miembro de la Red de Escuelas Asociadas de la UNESCO, emprendió en 2021 un plan de descarbonización que ha transformado por completo su modelo energético.

“Empezamos con un edificio de infantil, sustituyendo la antigua caldera de gasóleo por aerotermia, y comprobamos que funcionaba muy bien”, explica Izaskun Mujika, del equipo directivo. A partir de esa experiencia piloto, la ikastola extendió el cambio a todo el recinto: cinco edificios equipados ahora con placas fotovoltaicas y sistemas de aerotermia, además de un sistema de recogida de agua de lluvia para usos no potables. El proyecto, desplegado entre 2021 y 2024, contó con el apoyo económico del Ente Vasco de la Energía (EVE), que financió una parte importante de la inversión.

"Empezamos con un edificio de infantil, sustituyendo la antigua caldera de gasóleo por aerotermia, y comprobamos que funcionaba muy bien"

Durante el primer año de funcionamiento, la prioridad ha sido ajustar el sistema. “Hemos producido 300.251 kW con las placas solares para autoconsumo y reducido en 183.600 kilos las emisiones de CO2”, señala Mujika. Más allá de los datos, el cambio ha tenido un valor educativo. El alumnado de Bachillerato visita las instalaciones para conocer su funcionamiento, y los delegados de Agenda 2030 explican a las nuevas familias cómo se gestionan las energías renovables y el uso del agua de lluvia. “Queremos que comprendan que la sostenibilidad empieza en su propio entorno”, comenta Mujika. “Ahora contaminamos menos y somos un ejemplo para ellos”, añade. “No se trata solo de ahorrar, sino de enseñar a vivir de otra manera”.