Fernández Avellaneda reconoce que el gran avance en materia de oftalmología viene de la mano de las nuevas terapias que implican menos inyecciones en el ojo a lo largo del tiempo, mientras mejora y mantiene la visión. Eso supone mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus acompañantes y también aliviar un saturado sistema sanitario y sus listas de espera.

¿Qué significa poder espaciar las inyecciones?

—Intentamos que los fármacos sean más duraderos. Es decir que consigamos espaciar el tiempo entre inyecciones, manteniendo los resultados visuales. Estamos llegando a tener fármacos que podemos aplicar cada tres o cuatro meses. Eso es muy importante para nosotros porque vamos a ver a los pacientes la mitad y además no solo mejora la calidad de vida del paciente, también la de los acompañantes que se ven obligados a pedir días libres. Con lo cual, el sobrecoste indirecto de este tipo de patologías es bastante alto. Ahora ya tenemos dos fármacos para aplicar cada tres ó cuatro meses, y además vienen dispositivos de liberación retardada.

Explique eso por favor. Suena al detergente que se carga en las nuevas lavadoras y te olvidas.

—Esto es un dispositivo que se implanta a nivel ocular y vamos rellenando. De tal forma que ese dispositivo va liberando, poco a poco, la medicación. Va a ir liberando de manera, más o menos prolongada esa medicación durante seis meses. Y, en lugar de ir pinchando cada mes o cada dos meses, pues sabes que lo rellenas cada seis meses y el efecto sobre la visión es el mismo.

Y eso ya lo aplican ustedes ahora, por ejemplo, en el hospital de Basurto.

—El dispositivo todavía no. Sí tenemos en Basurto el primer fármaco que han aprobado para uso de cada 3 ó 4 meses. Ese es el primer cambio de paradigma y ahora viene también lo mismo con otra de las inyecciones que aplicamos, pero en este caso es otra marca de 8 miligramos, que también se va a poder espaciar tres o cuatro meses. Esas son dos herramientas muy potentes para ofrecer a los pacientes grandes ventajas.

¿Cómo reaccionan los pacientes cuando se les dice que, en lugar, de ir todos los meses al hospital pueden ir cada cuatro meses?

—Están encantados. Los gerentes se fijan siempre en los gastos directos, en cuánto cuesta el fármaco, pero el impacto indirecto es brutal. Por ejemplo en la calidad de vida de los pacientes, y en la de sus cuidadores, que acuden con ellos. Significa además que van a venir muchísimas menos veces a la consulta y bajas el número de visitas. Eso permite entrar a otros nuevos pacientes, y que se relaje el sistema sanitario.

Con esos pinchazos en el ojo exactamente ¿qué afecciones se tratan?

—Las inyecciones las utilizamos fundamentalmente para el edema de mácula del diabético, y para la degeneración macular. Aparte, hay otras cosas menos prevalentes como, por ejemplo, las obstrucciones venosas en personas hipertensas o personas de hiperviscosidad en la sangre. Y el cuarto motivo serían inflamaciones intraoculares.

¿Hay alguna intervención que antes pudiera ser impensable y ahora se lleve a cabo con normalidad?

—No. Hay muchas cosas en fases precoces de investigación. Seguimos trabajando con la terapia génica, que en principio parece que es la estrategia más prometedora pero aún falta. Se ha hablado también del trasplante de retina, pero todavía no hay nada. Hoy, las estrategias con mejor impacto de recuperación funcional son las de esos nuevos fármacos. 

Imagino que cualquier problema de retina diagnosticado precozmente tendrá una mejor solución.

—Los dos temas trending topic en cualquier congreso es todo lo que tenga que ver con los fármacos de espaciado y las herramientas diagnósticas. Interesa sobre todo que la Atención Primaria esté cada día mejor dotada de plataformas de diagnóstico sencillas, que les permita derivar a los pacientes mucho más temprano, con síntomas muy iniciales. La inteligencia artificial está también muy en auge.

Gran parte de las pérdidas de visión se deben a problemas en la retina. ¿Cuáles son los más serios?

—La pérdida de visión reversible más frecuente viene de los problemas derivados de la diabetes. Esa es una patología muy prevalente. En la pérdida de visión irreversible ahí entrarían patologías como la degeneración macular, o la atrofia geográfica macular. Luego también las distrofias retinianas en un porcentaje minúsculo. En el tipo de patologías que requieren ya cirugías estaría el desprendimiento de retina como causa fundamental. Pero gracias a las nuevas técnicas quirúrgicas el pronóstico es muy bueno, y salvo ciertos casos que acaban reoperándose, el resto tienen éxito.

¿Por qué se produce un desprendimiento de retina? ¿Hay síntomas que alerten?

—Sí, los pacientes que más prevalencia tienen son los miopes. Sobre todo a partir de seis dioptrías, pero sobre todo con un fondo de ojo atípico. Se tienen que habituar a hacer revisiones anuales, porque muchas veces cursan con síntomas, pero otras veces no. Pero, a nivel de población general, alerta el hecho de empezar a ver la famosa mosca de manera brusca. Eso es un síntoma muy inicial de que puede haber algún cambio dentro del ojo relacionado con el inicio de un desprendimiento de retina, qué es lo que lleva al vítreo a separarse de la retina. La mayor parte de las veces no produce ningún problema, pero en un porcentaje pequeño se separa con tanta fuerza que rompe la retina. 

¿Son moscas volantes o es como una cortinilla negra?

—El primer síntoma es la mosca, la cortina negra ya indica que hay desprendimiento de retina. Por eso es importante revisarlo en el momento en que vemos esas moscas o incluso flashes de luz. Eso indica que empieza a haber tirantez dentro del vítreo. Si vemos la cortina ya vamos tarde. 

¿Esas dolencias son síntomas de un ojo envejecido? El ojo no se puede jubilar, pero también se cansará de funcionar.

—Es evidente que el envejecimiento de la población provoca un aumento del número de pacientes en consulta. Pero, sobre todo lo que hace el ojo, con los años, es cambiar la composición del gel vítreo que es el que da volumen. Normalmente el porcentaje de agua va disminuyendo. Entonces se deshidrata ese gel, cuando va cambiando esa composición conlleva ciertas presiones dentro del ojo y entonces esas presiones van a ser las que en determinadas zonas puedan romper la retina.