madrid - Una jornada de infarto. Los controladores y los responsables del Aeropuerto Madrid-Barajas vivieron ayer un día que seguro les costará olvidar en mucho, muchísimo tiempo. Hacia el mediodía se decidió el cierre del espacio aéreo después de que dos pilotos avistaran drones en la zona norte del aeródromo, pero desde muchos minutos antes había ya problemas. Durante dos horas las pìstas estuvieron cerradas, lo que obligó a desviar a 26 vuelos y retrasos en el resto. Entre ellos, dos con origen y destino Bilbao.
Uno de esos vuelos afectados fue el AC837. El avión, un Boeing 767-300 con treinta años de antigüedad, perteneciente a la compañía Air Canadá, tenía que haber despegado rumbo a Toronto a las 12.55 horas. Finalmente, no lo pudo hacer hasta las 14.33 horas. La aeronave, con 128 personas a bordo, entre ellos un bebé, pudo despegar aparentemente sin problemas. Pero nada más lejos de la realidad. No había transcurrido ni media hora de vuelo cuando el comandante, con una gran frialdad, anunciaba al pasaje que había problemas con una de las ruedas del avión y que tenían que regresar al aeropuerto de Barajas, tal y como reza el protocolo ante esta situación. "Tengan calma y paciencia", les pidió a unos pasajeros entre asustados y aterrorizados.
La tripulación informó a la torre de control de Barajas de que el despegue había dañado uno de los diez neumáticos que forman parte del tren de aterrizaje y, supuestamente, uno de los motores. Mientras los servicios de emergencias tanto del Ayuntamiento de la capital española como de la Comunidad de Madrid se desplazaron a Barajas según el protocolo previsto en el dispositivo de emergencia.
Durante prácticamente cinco horas, el aparato dio vueltas y vueltas sobre el cielo de Madrid, primero a muy baja altura, lo que provocó un gran revuelo en la capital y, más tarde, tomó altura y se desplazó al este de Madrid, hacia la zona de Tarancón, donde prosiguió con su maniobra. Tenía que consumir la mayor parte del combustible para que el avión pudiera tomar tierra de una forma más segura.
Mientras el comandante tranquilizaba a los pasajeros, insistiendo una y otra vez que todo estaba bajo control y que el aterrizaje no representaba ningún peligro, las redes sociales se llenaron de vídeos colgados por los pasajeros del vuelo.
Paralelamente, un F-18 del Ala 12 del Ejército del Aire realizó una inspección visual del avión, comprobando que el tren de aterrizaje del Boeing 767-300 no se encontraba tan dañado como en un primer momento pensó la tripulación del avión.
Hacia las 18.30 horas el piloto anunció que podría aterrizar a las 19.15 horas en la pista -L32, donde ya se encontraban movilizados seis dotaciones de Bomberos de la Comunidad de Madrid y diez efectivos del Summa 112, además de una carpa de emergencias de Cruz Roja. La Consejería de Sanidad también había alertado a toda la red de hospitales y había pedido la colaboración al Sescam de Castilla-La Mancha por si fuera necesario. Mientras, un comité de crisis en el Aeropuerto de Barajas, presidido por el ministro José Luis Ábalos, seguía al minuto la operación, al igual que los familiares de los pasajeros que se encontraban en una sala especial en la Terminal 2 .
Aterrizaje sin problemas No hizo falta el dispositivo. A las 19.07 horas el avión tomó tierra sin incidentes mientras la pista quedó bloqueada. Los servicios de emergencia evaluaron la mejor opción para que los pasajeros abandonaran el avión, cosa que finalmente hicieron por las escalerillas del propio aparato. "Welcome to Barcelona, sorry Madrid, Madrid", anunció el comandante al pasaje mientras una salva de aplausos celebraba el final feliz de una odisea que los pasajeros del vuelo no olvidarán el resto de su vida. Pasadas las 20.30 horas familiares y pasajeros pudieron reunirse en otra sala del aeropuerto de Barajas, cerrada a los medios de comunicación.
Una situación que, según el director de operaciones de Enaire, Xavier Benavent, es más habitual de lo que parece, incluso más de uno por semana, aunque suelen pasar desapercibidos, y solo algunos son "mediatizados" y no por motivos sobre la gestión aérea.
Uno de esos casos ocurrió el pasado 3 de enero y también tuvo como protagonista a un avión de Air Canadá. El percance tuvo lugar en el aeropuerto de Montreal-Trudeau en un avión que, se dirigía a Bagotville cuando en el momento del despegue una de las ruedas comenzó a soltar chispas hasta que finalmente se cayó. El portavoz de la compañía aérea quiso restar importancia a lo sucedido: "Nuestros pilotos están bien entrenados para lidiar con tales situaciones". Afortunadamente.
Despega el avión. El Boeing 767-300 de Air Canadá AC837 que cubre la línea Madrid-Toronto despega del aeropuerto de Barajas con 128 personas a bordo. El avión debía haber despegado a las 12.55 horas, pero el espacio aéreo de Barajas estaba cerrado por la presencia de drones sobre las pistas.
problemas técnicos. Tan solo media hora después del despegue, el piloto informó de que debía regresar por "problemas técnicos". Su aviso dio lugar a un rápido despliegue de efectivos de seguridad y de emergencias.
aterrizaje. Tras más de cuatro horas dando vueltas por el cielo de Madrid para consumir la mayor parte del combustible del aparato, el avión toma tierra sin problemas en el aeropuerto de Barajas.