AUSTRALIA. Un tercio de los océanos está anémico, especialmente alrededor de la Antártida, debido a la falta de nutrientes como el hierro, lo que ha generado la presencia de grandes porciones de "desiertos" marinos.

El hierro, presente en el polvo atmosférico, actúa como un fertilizante natural de los océanos y es importante para el crecimiento del fitoplancton, que produce gran parte del oxígeno que se respira en el planeta.

Además, estos organismos microscópicos que se encuentran en la superficie marina absorben el dióxido del carbono, uno de los gases que provocan el efecto invernadero.

"Los océanos no están en condiciones óptimas en lo que se refiere al crecimiento del fitoplacton y algunas partes están desérticas. Esto no significa que no estén sanos, sino que el ecosistema podría ser más productivo y tener más vida", dijo a Efe Andrew Bowie, oceanógrafo químico de la Universidad de Tasmania.

Bowie formó parte de un equipo que este año estudió el papel de las partículas de la atmósfera que son arrastradas desde Australia continental hacia el mar, a bordo del barco "Investigator" de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).

El trabajo se centró en el análisis de la presencia de micronutrientes como el hierro, además de otros minerales y metales como el cobre, cobalto, níquel, manganeso, que van a parar a mares cercanos a consecuencia de incendios forestales u otro tipo de emisiones.

"Algunas aguas del norte de Australia parecen tener suficiente hierro para el crecimiento del fitoplancton, pero la falta de nutrientes necesarios para el crecimiento de estos microorganismos y la baja actividad de hierro se refleja en la anemia de las aguas antárticas", acotó Bowie.

"El océano Antártico está muy lejos de Australia y Sudamérica, es realmente remoto y la principal fuente de hierro tiene que ser atmosférico y de partículas de polvo. Pero está tan lejos que no recibe la cantidad suficiente de hierro y por eso está anémico", remarcó.

Una excepción son las aguas que rodean a la isla Heard, situada en una zona sub-antártica a unos 4.000 kilómetros al suroeste de Perth, donde abunda el hierro que, según los científicos, podría proceder de volcanes submarinos.

Bowie y su equipo intentan elaborar un mapa que indique cómo estos elementos entran al océano desde el territorio continental australiano y medir, con instrumentos sofisticados, la presencia de los nutrientes en el mar, lo que el científico describe como buscar una cabeza de alfiler en 200.000 piscinas olímpicas.

La otra cara de la moneda es que una pequeña variación en la cantidad de hierro puede cambiar la situación de los océanos para mejorar rendimiento en el crecimiento del fitoplancton.

Las causas de la anemia de los océanos aún son desconocidas para los científicos, así como la correlación entre una alta presencia de hierro y la pesca.

Tampoco se vislumbra con claridad lo que podría pasar a largo plazo con el cambio climático, aunque una de las hipótesis es que podría cambiar la forma en la que el hierro se arrastra hasta esa zona.

Los expertos barajan la posibilidad de que en un escenario de cambio climático, con continentes más secos y una mayor desertificación, podría producirse un aumento de vientos que logren arrastrar hierro hasta la Antártida y promover el crecimiento del fitoplancton.

"Es muy difícil saber cómo se dará este proceso a largo plazo. Estamos estudiando como se transporta desde la Australia continental y quizá podamos predecir cómo cambiaría en un futuro", dijo Bowie, que espera los datos de su investigación le den algunas pistas a finales de año.