Bilbao - El verano amenaza las reservas del Centro Vasco de Transfusiones y Tejidos Humanos de Osakide-tza, que se ha puesto en modo intensivo para no sufrir contratiempos. “En junio intentamos hacer una campaña especial para incentivar la donación porque los meses de julio y agosto son malos. Es una situación complicada porque los hábitos de las personas son distintos, los ritmos cambian, y en julio disminuyen las donaciones un 30% y en agosto, un 50%”, reconoce Miguel Ángel Vesga, director médico del centro. “Hagamos lo que hagamos, el final de agosto siempre es bastante agónico -admite- porque los productos tienen una caducidad corta”.
Las donaciones que se realicen en los próximos días servirán, al menos, para minimizar los efectos del verano. “Nuestra situación no es mala y tenemos unos buenos stocks en los almacenes -unas 3.000 o 4.000 unidades de glóbulos rojos- que representan el equivalente al consumo de quince días”, aclara Vesga. Si saltan las alarmas y las cifran decaen, se reforzarían las colectas y se haría un llamamiento a los donantes. “Habitualmente no hay que improvisar porque el sistema está muy organizado”, explica.
Sin embargo, la exclusión creciente de donantes se convierte en otro problema añadido. Vesga afirma que el incremento de la movilidad entre países ha incrementado de forma significativa el número de enfermedades infecciosas que se deben tener en cuenta en los controles, lo que lleva a descartar a más personas que antes.“El número de donantes cada vez es más difícil de mantener, pese a la actitud positiva de la población”, subraya.
Con el objeto de garantizar la seguridad, las exclusiones ya suponen el 20% del total. Con 400 donaciones al día se cubren todas las necesidades de los hospitales vascos. Sin embargo, para conseguir esos cuatro centenares de donaciones es necesario que acudan 500 personas ya que se ven obligados a descartar unas cien.
Normalmente no pueden donar debido a factores de riesgo como haber viajado a alguna zona del extranjero con una enfermedad latente, o por sufrir alguna patología que impide la extracción. “Ahora se viaja mucho más y eso tiene un impacto en la donación. Hay muchas infecciones, algunas graves otras menos que aquí no estaban, y que, por efecto de la globalización, aparecen”, explica.
fidelizar a los más jóvenes A pesar de que apenas el 5% de la población vasca acude a los centros o unidades móviles a dar su sangre de forma altruista de manera habitual, Vesga remarca que Euskadi es una comunidad ejemplar en la donación, pero es una comunidad envejecida. “Atendemos a cien mil donantes, pero hay menos jóvenes que había hace 20 años y, a partir de cierta edad, se sufren ciertas enfermedades y limitaciones médicas”.
Cuesta además fidelizar a la población de menor edad. “Son muy receptivos, pero tienen una situación vital más complicada. En la época de estudiantes tenemos muchos donantes, sin embargo luego hay unos años en los que se dona con menos regularidad. Además nos afectan cosas de la vida cotidiana como un tatuaje o un piercing porque no podemos garantizar que ese procedimiento se ha hecho en buenas condiciones, aunque así haya sido”, remarca.
De hecho, en las analíticas exhaustivas se detectan enfermedades pero no demasiadas porque en el momento de la donación ya existe un cribado importante “aunque sí encontramos algunas hepatitis, o algunas enfermedades más raras como chagas, o paludismo”, sostiene Vesga.
Este panorama se produce en un escenario médico cambiante donde se necesita menos sangre porque las intervenciones son cada vez menos agresivas, los pacientes acuden en mejores condiciones y la tecnología permite que procedimientos menos invasivos. Sin embargo, los pacientes se han multiplicado y la actividad quirúrgica es incesante. “Antes era más demandada para hemorragias y cirugías. Ahora se precisa más para pacientes oncológicos o hematológicos”, revela.
“Actualmente, la oncología necesita mucha sangre porque se dispone de tratamientos muy potentes para destrozar las células cancerosas, que en el camino destrozan otras y vamos recuperándolas con transfusiones, por ejemplo”, indica. Asimismo hay pacientes crónicos que antes no sobrevivían y ahora pueden hacerlo porque detrás hay un soporte de transfusión muy importante.