la Vitoria más congresual necesita otro fenómeno green. Un nuevo proyecto de ciudad similar al que dibujó la Capitalidad Verde Europea que le permita aumentar su caché internacional y, de paso, garantizar la supervivencia del sector, amplio y reconocido, pero tocado tras el zarpazo de la crisis. Urge casi como el comer ese nuevo soplo de aire fresco que mantenga vivo al modelo y soporte de paso al numeroso personal que lo conforma. Una tarea, a priori, nada fácil, a pesar de que han surgido en los últimos tiempos propuestas encaminadas a conseguirlo. El bicentenario de la Batalla de Vitoria podría ser un ejemplo. La experiencia de este año suscitó en los días previos al pasado 21 de junio una inusitada atención que reanimó tímidamente la actividad del sector y, de paso, atrajo a un buen número de turistas. Podría ser una opción. Fijar esta cita en el calendario, aunque lógicamente con una periodicidad más cercana que los 200 años. Es una idea.

A la espera de aumentar la tormenta de ideas, la actividad congresual continúa su camino. Y lo hace adaptándose a los nuevos tiempos, que son los mismos que afectan al resto de empresas del territorio. Un escenario de recesión económica donde toca reinventarse para sobrevivir. "Teniendo en cuenta que los presupuestos para organizar un evento se han desplomado en torno al 50%ó 60% y que el cliente te sigue pidiendo el mismo resultado que antes de la crisis, te obliga a reinventarte a la fuerza, lo cual tampoco es malo", advierte Andrés Fernández desde Prisma Global, una de las firmas decanas en el sector.

Sin embargo no basta con el open your mind para prosperar, sino que el esfuerzo ha de llevarse a cabo además en medio de una política de reajustes que limita extraordinariamente las posibilidades. Un tijeretazo que tiende a cebarse con los elementos aparentemente prescindibles. Léase servicio de catering, azafatas, decoración ambiental, música en directo... "Son las condiciones con las que nos toca trabajar por desgracia, pero la realidad es ésta y debemos asumirla", insiste el portavoz de Prisma.

Convenciones, en desuso Así y todo, el bajón de la actividad en lo que va de año es "muy importante", advierte Onofre Vicente desde el Grupo Xabide. Sobre todo si se comparan las cifras a estas alturas con el ejercicio anterior, un año atípico que se saldó con la celebración de 94 eventos entre congresos, convenciones y jornadas, una de las cifras más altas de los últimos años. Pero sobre todo, si se analiza la evolución de este tipo de acciones desde su tipología. Se observa entonces que los congresos de varios días ya forman parte del pasado o que los grandes presupuestos, muchas veces desorbitados, ya no volverán. El mercado ha alterado las normas de juego ahora en detrimento de las jornadas de medio o un día como mucho, que triunfan por encima de eventos como las convenciones, prácticamente en desuso como consecuencia del desplome que también vienen sufriendo las empresas, antaño sus principales clientes.

El reto, por tanto, pasa ahora por tratar de mantener viva la estela verde del pasado año a pesar de las circunstancias. Un empeño que la jefa del Servicio de Turismo, Ana Lasarte, considera fundamental para cuando amaine la crisis. Al otro lado del teléfono, asegura que aunque la actividad congresual en estos momentos no registra crecimiento alguno, "nosotros no estamos quietos". Su labor, añade, se centra ahora mismo en la consolidación de la reforma del Palacio Europa, que ampliará su aforo actual de 1.500 personas hasta las 5.700.

Se trata de un ambicioso lavado de cara, se felicita, que convertirá a este lugar en un espacio más versátil y funcional, en la línea de la dimensión de la ciudad. "No podemos hablar de especialización en este sector porque no existe, pero sí de estar al día con las nuevas tendencias que los futuros clientes nos van a pedir". Fórmulas alejadas del pasado donde el papel del asistente resulta ahora mucho más participativo y activo. "Se trata de interactuar con el ponente y no aguantar estoicamente su discurso", añade Andrés Fernández.

En consonancia, los nuevos eventos tienden a la funcionalidad y el uso abierto de las redes sociales, prescindiéndose de todo aquello que se considere superfluo. Surgen así formatos como los talleres prácticos o los work café, encuentros generalmente utilizados en la esfera política para acercar al político a la calle "a través de un simple café", explica un profesional de este campo. Desde el Grupo Xabide se abunda en esta cuestión, confirmando que los congresos "unidireccionales" son ya una reliquia del pasado. Lo mismo que la obsesión por el tamaño de los mismos, descartando todos los profesionales consultados la idoneidad e imposibilidad para Vitoria de aspirar a eventos de más de 400 asistentes. "Vitoria es una ciudad modelo, coqueta y manejable que debe adaptarse a su dimensión, de ahí que sus eventos deban ser siempre de tamaño medio", sostiene Vicente.

A la tendencia por prosperar en este tipo de nichos de mercado cabe añadir el caso de las ferias, también de dimensión reducida, encaminadas a públicos mucho más cercanos que los que puedan asumir espacios como el BEC o Ficoba. En este sentido, la reestructuración del Palacio Europa representa una gran oportunidad. "En saber aprovecharse del tirón green nos irá gran parte del futuro", concluye el socio de Xabide.

Credibilidad perdida La ambiciosa reforma del Europa no contagia la misma ilusión en todos los sectores que agrupa la actividad congresual. Los hoteleros son un buen ejemplo de la división de opiniones que genera este proyecto, del recelo con el que se observa, aunque así y todo ofrece excepciones como la de Natalia Lasarte, directora del Holiday Inn, que considera la ampliación "una buena noticia que nos puede beneficiar. Todo tiene que mejorar, aunque no será fácil traer esos grandes congresos", reflexiona.

Por su parte, Miguel Ángel Jofre, director del Silken Ciudad de Vitoria, censura en este sentido los "bandazos" que han ido dando las sucesivas corporaciones con los distintos proyectos de auditorios y palacios de congresos que finalmente se han quedado en el cajón. "Llevamos 20 años esperando a esto y los primeros que salen perjudicados por todo son los propios políticos", reflexiona, quien cree que con este tipo de actuaciones los citados han perdido credibilidad.