vitoria. En horas bajas. Ensanche 21 pasa por su peor trago desde que Alonso alumbró la sociedad urbanística en el año 2000. Acostumbrada a ser la niña bonita del Ayuntamiento se ve ahora arrinconada y con problemas económicos. En periodo de liquidación pero sin echar, de momento, la persiana, ya que Maroto prefiere que siga ahí, al frente de los escasos proyectos que le quedan por gestionar, haciendo oídos sordos a la petición del PNV, su socio presupuestario. Y de Bildu. No quiere el alcalde repetir los errores cometidos con la Agencia de Revitalización del Casco Viejo. Y es que la desaparición de la Arich de la noche a la mañana ha ralentizado los proyectos previstos en la colina y endeudado en dos millones más a Ensanche 21, su nuevo gestor -dice el gobierno-. Por eso, y a pesar de la insistencia con la que los partidos nacionalistas han solicitado -y siguen haciéndolo- la disolución ordenada de la sociedad, el ejecutivo del PP opta por dejar pasar el tiempo. Considera el alcalde que por ahora ya ha movido ficha y contentado a los jeltzales al cesar como gerente a Alfredo Piris y sustituirlo por Iñaki Díez Unzueta, otro hombre de la casa, que cuenta con la confianza de los nacionalistas de Urtaran y que ya dirigió Hacienda con Maroto como titular del departamento.
Sin embargo, para el PNV la destitución de Piris no es suficiente si no va acompañada de la disolución ordenada de la sociedad y las "cosas" comienzan a hacerse de otra manera, con mayor transparencia. Para Urtaran éste tiene que ser el principio del fin de Ensanche 21. Confía el portavoz nacionalista en que el sustituto de Piris sea el liquidador de la sociedad, el encargado de establecer a corto plazo un calendario con los pasos a seguir hasta su desaparición. Pero se teme que lo que Maroto intenta es marear la perdiz. También Bildu ha perdido toda la confianza en Ensanche 21. La coalición abertzale no se contenta con un cambio de cromos, con sustituir a un gerente por otro, sino que reclama otro modelo, que pasa por la desaparición de la sociedad. Así las cosas, populares y socialistas son los únicos que defienden la conveniencia de mantener este organismo municipal en pie, aunque suponga una carga económica para las arcas municipales, por sus muchos pagos pendientes y escasos ingresos a la vista. La "renuncia" -así aparece en los papeles- de Piris y nombramiento de Unzueta como su sustituto se oficializó ayer en el consejo de administración de Ensanche 21, con la ausencia del ya exgerente. Un traspaso de poderes que el gobierno aprovechó para intentar lavar la cara a una sociedad más dividida que nunca. Ni Bildu ni PSE votaron a favor de Unzueta; los primeros porque lo que quieren es cerrar Ensanche 21 y los segundos porque no van a apoyar ninguna iniciativa encaminada a la disolución de la sociedad. Sí respaldaron el nombramiento PNV y PP, aunque por diferentes motivos. Los jeltzales confían en Unzueta por ser un "buen" gestor económico, la persona apropiada para ir disolviendo Ensanche 21. Los populares ven, en cambio, a alguien capaz de dar estabilidad a la sociedad.
Unzueta, por su parte, se ha dado un mes de plazo para analizar en profundidad las cuentas de la entidad urbanística. Hacia finales de mayo presentará a los consejeros un boceto con los pagos pendientes y los pasos que la entidad debe seguir a futuro. El objetivo es sanear las cuentas y que no vayan a más los números rojos de una sociedad acostumbrada años atrás a rubricar operaciones millonarias. Eran otros tiempos. Los de la expansión de la ciudad y el boom inmobiliario. Ahora, con la crisis, a Ensanche 21 le cuesta colocar el patrimonio que aún posee, valorado en 143 millones de euros; y si no vende, tendrá que recurrir a créditos para bandear su falta de liquidez. El balance de ingresos y gastos de la sociedad arrojó al cierre del pasado ejercicio 2,8 millones de pérdidas, mientras sus reservas están en 16,8 millones; así que con este panorama, todos son conscientes en el Ayuntamiento de que no será fácil situar de nuevo a la entidad en números negros.
venta de patrimonio Con Unzueta a la cabeza, Ensanche 21 seguirá por ahora gestionando la venta de suelo, de locales en Salburua y Zabalgana, las ayudas a la rehabilitación de viviendas en los viejos barrios y buscando comprador para el edificio de la Plaza Nueva antes sede de la Arich. Además, culminará el nacimiento de la nueva estación de autobuses de Euskaltzaindia y supervisará el final de las urbanizaciones pendientes en Aretxabaleta, Salburua y Zabalgana. Y poco más.
Ensanche 21 se constituyó en abril del año 2000 para gestionar la expansión de Gasteiz por el este y oeste de la ciudad. Durante trece años ha gestionado los grandes proyectos y también otros que se han quedado en el tintero. El mayor éxito del que puede presumir es la gestación del enorme parque de viviendas de protección que ha permitido a miles de jóvenes de la ciudad independizarse y hacerse con una VPO cuando los altos precios del mercado libre no daban opción a la compra o el alquiler.
Su mayor fracaso sea posiblemente el fiasco del soterramiento del tren. Un ambicioso plan para enterrar las vías del ferrocarril que dividen Vitoria con el que todos los alcaldes han querido colgarse medallas antes de tiempo. El Ministerio de Fomento, en cambio, nunca cerró la carísima financiación de una obra de más de 500 millones de euros, ni con gobiernos del PSE ni del PP en Madrid. Ahora, hasta el propio Piris reconoce que sería un pecado gastar este dineral en el soterramiento cuando hay otras prioridades. Tampoco hay que olvidar los fracasos del auditorio de la Senda y del BAI Center. Aventuras en las que la ciudad se embarcó en tiempos de bonanza económica pero inviables sin financiación externa en época de vacas flacas. Además, antes de su liquidación definitiva -si llega- la sociedad urbanística tiene que hacer frente a cuantiosos pagos pendientes para los que a día de hoy no tiene liquidez porque -denuncia la oposición- Maroto ya ha vaciado las arcas de Ensanche 21.