La migraña sigue siendo una enfermedad invisible y banalizada, a pesar de su gran impacto social, económico y personal. Además, tiene ojos de mujer, tal vez por ello sigue siendo infradiagnosticada.
Es la tercera enfermedad más prevalente del mundo y la primera causa de discapacidad en adultos menores de 50 años. Una cifra alarmante que incide en la necesidad de visibilizar la enfermedad neurológica más frecuente y récord en automedicación.
Estos son algunos de temas expuestos en el III Seminario Lundbeck: Migraña: una carrera de obstáculos, que ha congregado recientemente a profesionales sanitarios y pacientes, y en el cual se ha abogado por hallar soluciones a una patología discapacitante y además todavía muy desconocida.
Sin embargo, a pesar de las duras cifras, la realidad asistencial pone de manifiesto un largo recorrido de obstáculos. Y es que el 95% de los pacientes tarda una media de seis años en recibir un diagnóstico, y el 40% permanece sin diagnosticar.
Además, según los especialistas, el acceso a las unidades especializadas en cefaleas y tratamientos más innovadores cambia según el código postal del paciente.
Por ello, Roberto Belvis, director del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN), alerta con preocupación, sobre el diagnóstico tardío, “ya que se sitúa en torno a los seis y siete años de media”.
Brecha de equidad
El retraso obedece a que cerca del 40% de los médicos que asisten a los pacientes con migraña “no conoce los criterios de la enfermedad; los estudiantes en Medicina tan solo tienen cuatro horas de formación en cefaleas”, se lamenta.
El neurólogo recalca la brecha de equidad entre territorios y la necesidad de que la enfermedad se aborde con perspectiva de género, dado que “afecta tres veces más a mujeres que a hombres, con desigualdades como en la atención”.
Tal y como ha subrayado un paciente con migraña nunca tendría que sufrirla de forma crónica, porque si eso sucede es un “fallo del sistema. Son personas que han pasado por el médico de familia y se ha tardado en filtrar. Aunque, por supuesto, en la especialidad de neurología también hay importantes retrasos”, ha reconocido.
El papel de la Enfermería
El recorrido de las personas con migraña no solo depende del diagnóstico médico, sino también del acompañamiento durante el tratamiento.
En esta línea, Tania Herrera, enfermera asistencial en consultas en el Hospital Universitario de Donostia, sostiene que la Enfermería es clave en la educación del paciente, la adherencia y el seguimiento continuado.
Ella habla con conocimiento de causa, no solo por haberse especializado en esta enfermedad, sino por ser ama de un pequeño que la padece y “tiene que lidiar con ella a diario”. “Incorporar enfermeras expertas en neurología no es un gasto, sino una inversión, porque reducen las visitas a urgencias, mejora la calidad de vida y refuerza la relación profesional del paciente”, añade Tania.
Y es que las enfermeras son clave en la educación del paciente, la adherencia y el seguimiento continuado, y “la creación de puestos específicos de enfermería en unidades de cefaleas reduce las visitas a urgencias, mejora la calidad de vida y refuerza la relación profesional-pacientes”, concluye.
Dimensión Psicológica
La migraña impacta también en la salud emocional. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), el 38% de los pacientes que padecen la enfermedad muestran síntomas depresivos de moderados a grave. De igual modo, se estima que el 22% sufre ansiedad.
Porque la migraña es algo más que dolor de cabeza. “También duele la autoestima, duele en el trabajo, en las relaciones sociales; la salud mental empeora el curso de la migraña y va a modular la experiencia fisiológica del dolor”, explica la psicóloga Almudena Mateos.
La especialista subraya asimismo la necesidad de integrar intervenciones psicológicas basadas en la evidencia, como terapia cognitivo-conductual o terapia de aceptación y compromiso. “El tratamiento psicológico (terapias con evidencia científica) es un componente eficaz del manejo multidisciplinar de la migraña, resultando crucial para abordar el estrés, la comorbilidad psicológica y las estrategias para afrontar la enfermedad, lo que impacto de forma positiva en el pronóstico del paciente”, explica.
Tal y como ha incidido en señalar “el paciente que acepta que tiene migraña, tendrá una mejor calidad de vida, porque seguirá mejor las indicaciones del especialista y se olvidará de los bulos que circulan en torno a la enfermedad, como que es malo hacer ejercicio”, sostiene la psicóloga. n