Muchas familias se encuentran ante un dilema a la hora de educar a sus hijos correctamente: ¿qué pasa si no quieren comer? Es una situación que se da cuando se le pide al menor que lo haga, incluso si este no tiene ganas. No obstante, en la práctica, es una situación muy complicada de gestionar.
Y es que, obligar a un niño a terminar su plato aunque no tenga hambre puede parecer agresivo. Para salir de dudas, el conocido pediatra Carlos González, conocido en redes sociales como @criandosinmiedo, tiene la respuesta a esta duda tan común.
Comer con hambre, no con obligación
Según indica este experto en uno de sus vídeos, lo más normal es que un niño coma cuando tenga hambre y no lo haga cuando no la sienta. Sin embargo, muchas veces, los adultos rompen este equilibrio que puede provocar problemas con la alimentación.
Es más, con los años, han ido aumentando trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia. En palabras del experto, esto se debe a la alteración de patrones a la hora de comer, por lo que obligar a un niño a comer cuando no quiere no parece muy aconsejable.
Dicho de otro modo: por muy buena que sea la intención, en ocasiones hay que respetar la decisión del menor y aceptar que lo que nosotros consideramos “obligatorio” no siempre debe ser así, porque comer es un acto natural más que hay que hacerlo con hambre.
La flexibilidad como base
Por otra parte, tal y como dice el pediatra Carlos González, si un niño pide un alimento a pocos minutos de comer, normalmente se le niega. Aun así, si no falta mucho tiempo, no debería haber problema, porque esta comida ya cubre sus necesidades y sacia el hambre.
Hay alimentos que, si son sanos, no debería haber ningún inconveniente en dárselos antes del momento de comer o cenar. De lo contrario, habría que pararse a pensar si realmente es sano para el hijo que coma ese alimento en cuestión.
Pequeños trucos para una nutrición sana
Existen hábitos que pueden ser de gran ayuda para que los más pequeños desarrollen una alimentación sana y equilibrada. Uno de ellos es ser firme y no negociar con ellos bajo ningún concepto, ni a su favor ni en su contra: que no haya ni recompensas ni castigos.
Asimismo, ofrecer a los niños alternativas saludables es una recomendación muy inteligente. De este modo, cuando el hijo sienta hambre, podrá elegir opciones sanas que beneficien a su salud y no sean ningún riesgo para su dieta diaria.
También hay que saber que, muchas veces, los menores deben controlarse por sí mismos. Dicho de otra manera, estos saben escuchar a su cuerpo desde bien pequeños y actuar en base a lo que en esas circunstancias sienten.
Por último, en caso de que haya algún cambio brusco en la alimentación, no hay mejor remedio que acudir al médico y/o nutricionista. Seguir un plan detallado ayuda a garantizar la salud personal de los menores clave para su desarrollo y crecimiento.