Secretaria de la Junta directiva de la Asociación Española de Migrañas y Cefaleas (AEMICE), Inmaculada Martín vio como su vida dio un giro de 180 grados cuando de su segundo embarazo comenzó con un dolor de cabeza “pulsásil y fortísimo que le bloqueaba cualquier actividad”, explica.
“Cuando tienes un ataque de migraña que te incapacita hasta tener que meterte en la cama y anular todo lo que estabas haciendo, ya sea ausentarte del trabajo, dejar de ir a una cena con amigos o no asistir a la graduación de tu hija, la gente cuestiona el impacto de la enfermedad; la sociedad continúa sin darle importancia porque se piensa que es un dolor de cabeza”, insiste.
Inmaculada, de 54 años sentía que se le salían los ojos de las órbitas y necesitaba tenerlos cerrados permanentemente. Le afectaban también los olores, las luces y el ruido, hasta el extremo de tener que pedir la baja laboral, “aunque al final tuve, por ética profesional ya que no rendía, que abandonar el trabajo”.
Entre las principales repercusiones en la vida laboral, el 32% de las personas con migraña refieren que la enfermedad ha afectado a su carrera profesional, mientras que los estudiantes universitarios consideran que la migraña repercute negativamente en su expediente académico.
Tras más de siete años deambulando de consulta en consulta para ver qué le ocurría, le llegó el diagnóstico, aunque todo cambió de verdad hace dos años cuando llegó a las unidades de cefaleas, donde el neurólogo le prescribió anticuerpos monoclonales que le permitieron “recuperar la vida”. Por todo ello, Martín considera que es necesario concienciar y visibilizar la migraña para que sea percibida como lo que es: una enfermedad neurológica.
También quiere llamar la atención sobre la imperiosa necesidad de que los organismos públicos reconozcan la migraña como “una enfermedad crónica y discapacitante para dotar de protección social a las personas con migraña”.
Además, Inmaculada Martín recomienda no vivir la enfermedad en soledad, que busquen ayuda, “porque aprenderán a comprenderla y manejarla mejor, y que mantengan una comunicación fluida con su médico/a y, por supuesto, que lleven una vida saludable”, remacha.