La principal deidad de la mitología vasca, es Mari, un numen femenino que adquiere, a decir de las leyendas, múltiples formas. Muchas de ellas, vinculadas con el fuego, en una clara muestra del dominio que la diosa tiene sobre los elementos de la naturaleza. Sin embargo, algunas otras formas son más originales y sorprendentes. Hoy, conoceremos una de ellas: Mari en forma de estalactita.
Para poder tocar con nuestros dedos esta mágica formación, debemos llegar hasta tierras de Baxe Nafarroa. Concretamente partiremos desde la localidad de Bidarrai, donde realizaremos una ruta lineal. Aparcamos un segundo coche –el primero lo hemos estacionado en Itsasu– junto al río Errobi, para cruzarlo por el puente Noblia y girar a la derecha en la otra vera del torrente. Caminamos unos metros por el asfalto en dirección a Itsasu, y cruzamos un puentecillo que salva la regata Baztan, para ir remontando la carretera hasta un cruce en el que seguimos recto, acompañando al río, momento éste en que dejamos la ruta hacia Itsasu.
Seguimos por un estrecho carretil asfaltado para salir del pueblo y llegar a un punto donde topamos con las indicaciones rojas y blancas del sendero de Gran Recorrido GR-10. Continuamos por la carretera acariciando siempre el cauce del río. Cuando llevamos caminados algo más de 2 kilómetros, una pista a nuestra derecha nos lleva hasta otro puente que, tras cruzarlo, la ruta toma un carácter ascendente, y nos lleva hasta el caserío Arruxia.
Desde esta casa, un sendero va ganando altura avanzando cómodamente por la ladera de la montaña, siguiendo las marcas del GR-10. La vista es impresionante; el pico Irubelaskoa, del que alguien dijo que era la montaña más bonita de nuestra tierra, llama poderosamente nuestra atención sobre la barranca de Aritzakun. El camino es una delicia y, pausadamente, llegamos a unos escalones con pasamanos que nos llevan directamente hasta la cueva de Arpeko Saindua o de Zelharburu. El interior de la pequeña cavidad sobrecoge, estamos en un lugar de culto, que posiblemente hunda sus raíces en los tiempos prehistóricos. Se ven pequeñas cruces de madera colocadas por las paredes, medallas, rosarios, monedas, junto a una cruz de hierro y una virgen.
Hacia la izquierda, unos cuantos escalones llevan a la galería donde encontramos la estalactita, conocida como "La Santa de la Cueva", a la que se le atribuyen poderes curativos debido a que el agua que mana es beneficiosa para enfermedades cutáneas, según era creencia.
Todo nos hace pensar que nos encontramos ante la cristianización de un antiquísimo rito pagano, aquí en lo más profundo de nuestras mágicas montañas. En ella encontramos la siguiente leyenda:
“Sucedió que, un día, una niña se perdió en el monte, y tan solo se encontró su cabeza. Durante muchos años a partir de ese día, desde la montaña y en mitad de la noche se escuchaba un grito que decía:
–Ago!, Ago! (Aguarda!, Aguarda!)
Al tiempo, unos pastores vieron entrar durante el amanecer una luz en la cueva de Zelharburu, los hombres decidieron acceder a la caverna donde se encontraron con la estalactita, que era como una figura pétrea descabezada, entendiendo que era la diosa Mari. Desde entonces, se la ha tenido por curativa de las enfermedades cutáneas, y se dejaron de escuchar las voces.”
Las formas de Mari
Además de esta forma tan curiosa, Mari se presenta de otras maneras, a ojos de nuestros ancestros, teniendo como protagonista al fuego en muchas de ellas. Bola de fuego; sentada sobre un carro de caballos cruzando el cielo, echando llamas; mujer despidiendo fuego; hoz de fuego; o árbol que desprende fuego. Otras nos hablan de su vínculo con otros seres míticos: montada sobre un carnero; mujer con pies de ave; Sentada sobre un carro de caballos cruzando el cielo; novilla; cuervo o buitre. El oro también está presente en sus formas, apareciendo como mujer que sostiene un palacio de oro. Incluso relacionada con fenómenos atmosféricos, en forma de ráfaga de viento, arco iris, o nube blanca, por ejemplo.
La ruta continúa siguiendo las marcas del GR-10 para pasar bajo los espolones rocosos del pico Zelharburu, en camino ascendente hasta ganar el collado homónimo, donde en un cruce dejamos a nuestra izquierda el camino hacia Itsusi y tomamos hacia la derecha, para ir ascendiendo diferentes lomas herbosas y alcanzar finalmente el collado de Meatse, un paraje lleno de megalitos.
Desde Meatse, alcanzamos rápidamente la cima de Iduzkimendi, de 842 metros de altura, caminando sin sendero marcado su herbosa cima, en cuyo vértice encontramos lo que pudo ser un dolmen. Descendemos de nuevo al collado y enfilamos dirección al Artzamendi, reconocible por las antenas que pueblan su cima, pero antes pasamos por un hermoso menhir tumbado junto al camino.
Desde Artzamendi nos encaminamos hacia su vertiente norte, donde nos dirigimos en dirección NE, descendiendo por su cresta oriental, siguiendo, sin dificultades, el tendido eléctrico hasta el conocido como Plateau Vert. En este punto encontramos un poste señalizador para buscar un sendero junto a una borda en ruinas que nos llevará hasta un precioso barrio de hermosas casas junto al río Errobi. Solo debemos descender hasta la barriada de Laxia. Caminamos en paralelo al río siguiendo la carretera que pasa por el precioso "Pas de Roland" o "Paso de Roldán", un enorme boquete en el camino junto al río que, según cuenta la leyenda, fue abierto por el gigante de un puñetazo. La carretera nos lleva rápidamente hasta Itsasu, donde terminamos el paseo.
FICHA PRÁCTICA
ACCESO: La carretera D-918, que une Baiona con Donibane Garazi, llega directamente hasta Itsasu y Bidarrai, que se localizan junto a ella.
DISTANCIA: 18 kilómetros
DESNIVEL: 850 metros
DIFICULTAD: Difícil. Ruta larga y con fuerte desnivel