Delimitado por los montes de Vitoria al norte, el parque de Izki al este, las estribaciones de la sierra de Cantabria o de Toloño al sur y el valle del río Zadorra al oeste, el condado de Treviño es un enclave burgalés en el centro de Álava. Ocupa alrededor de 280 km² y se articula entorno al río Ayuda que lo cruza de este a oeste para verter sus aguas en el Zadorra tras recoger el caudal de todos los pequeños arroyos que descienden de los montes.
La carretera CL-127 cruza el Condado de Treviño por el valle del río Ayuda, uniendo la Puebla de Arganzón con Obécuri, recorriendo paisajes de montaña, bosques, valles y tierras de labranza y permite disfrutar de pueblos que los se conserva vivo un patrimonio marcado por una larga historia.
Por el valle
La Puebla de Arganzón se levanta a orillas del río Zadorra ,a la entrada del desfiladero de las Conchas y cruce de caminos que tiene en el de Santiago uno de sus más importantes rutas. El actual pueblo responde a la necesidad de defender las frontera castellana frente al reino de Navarra, que tenía en Treviño su puesto más avanzado, durante el siglo XII. Parte de la muralla que entonces la protegía aún sigue en pie guardando en un callejero que mantiene su trazado medieval. La villa se ha extendido desde el desaparecido Arco de Santa María, junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, alrededor de su núcleo histórico. Es el templo de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, es el edificio más significado junto como el puente medieval, aunque de origen romano, que cruza el Zadorra y da acceso a la Puebla por el lado opuesto al de la iglesia. En el interior de la iglesia destaca en retablo mayor renacentista y las capillas laterales de San Bartolomé y la Inmaculada.
Aunque es la CL-127 el hilo conductor, para llegar hasta San Esteban de Treviño hay que tomar la N-1 en dirección a Armiñón para en seguida coger el cruce a la izquierda por la BU-V-7444 en dirección a Pangua. Dejando atrás esta localidad se alcanza San Esteban, que si bien cuenta en su barrio de la Iglesia con un templo dedicado a San Miguel, en la aislada colina que se levanta a su espalda y que forma parte del cresterío de la sierra de Toloño, o Cantabria según a quién se pregunte, entre sus encinas se esconde la ermita de San Formerio, patrón de este condado de Treviño. En su honor realiza una romería cada 25 de septiembre. Desde lo alto da la colina se puede ver casi toda la comarca y como sus dos ríos, el Ayuda y el Zadorra, la esquivan cada uno por un lado antes de encontrarse en la alavesa Lacorcilla.
De nuevo en carretera, y ahora sí ya por la CL-127, en dirección a la cabecera del condado, Treviño, se visita antes Cucho, una población que si bien la administración de la que depende de Castilla y León, el estilo de su arquitectura es el del caserío tradicional vasco, con grandes aleros sobre las fachadas, entramados de madera completado con ladrillo rojo. Cucho tuvo su momento de gloria con su balneario, que desde finales del siglo XIX atrajo por sus aguas a pacientes con problemas digestivos, respiratorios, urinarios o cutáneos. Este centra ya ha desaparecido.
Treviño, la capital, es el siguiente hito del camino. Como muchos de los pueblos de esta zona, su origen medieval se mantiene en el casco histórico, aunque las murallas defensivas hayan desaparecido en su mayoría. Además de la iglesia gótica de San Pedro, del siglo XIII a pesar de que llama mucho la atención su torre barroca, destaca en su arquitectura el edificio del Ayuntamiento, que en su momento fue la casa palacio de Manrique Lara, del siglo XVI. Pero no es la única. Un paseo relajado permite contemplar muchas fachas nobles y con sus escudo sobre las puertas, como es el caso del palacio Izquierdo.
Aunque Treviño despegase en la Edad Media, contó con población antes. Se han encontrado asentamientos prehistóricos, y los romanos ya dejaron su marca con la vía que cruzaba este valle al que nominaron como Trifitum, las tres fronteras.
Continuando el viaje, que transcurre más o menos paralelo al río Ayuda, se supera Franco, que también merece una parada como otros puntos de este recorrido como Armentia, donde se abandona la ruta principal para remontar el río Goveloste por la carretera a Vitoria hasta llegar a San Vicentejo. Allí se esconde una de las mayores joyas del patrimonio artístico de Treviño, la ermita de la Concepción, un templo del siglo XII que ejemplifica perfectamente el románico rural del medievo.
Por el bosque y el monte
De vuelta a la ruta, el Parque Natural de Izki, cuyo limites marcan la muga entre esta parte de Treviño y Álava, se vislumbra en el horizonte. Un poco más adelante de Albaina, donde la carrera y el río Ayuda se separan definitivamente, un cruce ofrece tres opciones: seguir de frente hacia Bajauri y Obécuri, los último pueblos de esta comarca; a la izquierda hacia Sáseta o a la derecha hacia Laño.
Si se elige esta posibilidad, se adentrará en la que llaman la Capadocia de Treviño o vasca. A lo largo del barranco del arroyo Barrunta se pueden visitar los eremitorios de Las Gobas y de Santorkaria. Se trata de un conjunto de cuevas, 13 la primeras y 18 las segundas, en las que vivían ermitaños, eremitas que a comienzos de la cristiandad se apartaban del mundo para vivir su fe en soledad. De hecho, san Formerio, patrón de Treviño, fue uno de los primeros eremitas en el siglo IV. Lo que no está claro es que su Cesárea natal fuera la de Capadocia o la más cercana Cerezo del Río Tirón. Ya en Laño, tras recorrer un impresionante paraje de monte y bosque, la imponente y solida iglesia de la Asunción y la ermita de Santa María merecen una detenida visita
La segunda opción lleva hasta Sáseta, cuyo entorno lo forman precioso paisajes naturales que anuncian el cercano parque de Izki. Es el lugar perfecto para dedicarse al senderismo. Uno de sus lugares más señalados es la Cascada de Sáseta. En la localidad, la iglesia de Estema es su principal monumento.
Finalmente, de nuevo en la CL-127, la carretera asciende lentamente por una masa boscosa de hayas y robles que llevan hasta Bajauri y Obécuri. En el primero destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XVI, y en la destacan los retablos de El Crucificado y de la Virgen del Rosario, ambos a cada lado del retablo mayor.
El último pueblo del condado es Obécuri, otro pueblo de montaña en el que la torre defensiva y de vigilancia y la iglesia de San Juan Bautista destacan sobre el caserío como un extraño caso de simbiosis. Primero se construyó el templo en el siglo XIII. Dentro de sucesivas ampliaciones y arreglo se incluyo una casa torre que, por ahorrar costes dicen, se levantó adosada a la iglesia, obstruyendo parte del pórtico principal. Ahora se ha convertido en el campanario.