De ‘Mazón dimisión’ a ‘Mazón a prisión’, el grito que corre Valencia 14 meses después
La renuncia del president no es suficiente para las víctimas que exigen justicia
Al fin 2025 quedará marcado en la historia política valenciana como el año en que Carlos Mazón abandonó la Presidencia de la Generalitat, 370 días después de la dana del 29 de octubre de 2024 que arrasó la provincia de Valencia y dejó 230 muertos. Un año exacto de duelo, indignación y presión social sostenida que acabó por hacer insostenible la continuidad de quien no estuvo al frente de la emergencia en las horas más decisivas de la mayor tragedia reciente en la Comunitat Valenciana.
“No puedo más”. Con esa frase, pronunciada el 3 de noviembre, Mazón puso fin a un mandato de apenas 27 meses, convirtiéndose en el segundo president más efímero de la autonomía. La renuncia no supuso, sin embargo, su retirada total de la vida política: mantiene su acta de diputado autonómico como cortafuego a la investigación de la jueza de Catarroja, continúa como presidente del PPCV y ya se ha activado su Oficina como expresident, con los beneficios aparejados de dos asesores y un conductor.
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La dimisión llegó cuatro días después del funeral de Estado celebrado en Valencia con motivo del primer aniversario de la catástrofe. Aquel acto solemne, evidenció de forma descarnada la fractura entre el president y las víctimas. Desde los bancos del público, los gritos de “asesino” y “cobarde” rompieron el silencio institucional y sellaron una realidad que llevaba meses gestándose: Mazón ya no podía seguir al frente del Consell.
La tarde que lo cambió todo Con el avance de la investigación judicial, la figura del expresident ha quedado ligada para siempre a una cronología que simboliza la desconexión entre el poder político y la emergencia. La jueza de Catarroja que instruye la causa penal ha ido desvelando, entre versiones cambiantes, qué hizo Mazón la tarde del 29 de octubre de 2024.
Mientras el agua comenzaba a desbordar barrancos y pueblos enteros quedaban anegados, Mazón comía en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana durante casi cuatro horas. No llegó al Centro de Emergencias hasta las 20.28 horas, cuando la mayoría de las muertes ya se habían producido.
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Aún hoy persisten lagunas de 37 minutos –entre las 18:57 y las 19:34– sobre su paradero y actuación. En los mensajes incorporados a la causa, el president respondió “cojonudo” a un aviso de preocupación por la situación del barranco del Poyo enviado por la entonces consellera de Interior, Salomé Pradas, hoy investigada. A otro mensaje previo, a las 14.11, en el que Pradas advertía de que “la cosa se complica en Utiel”, Mazón no respondió.
También han salido a la luz los intercambios entre su jefe de gabinete, José Manuel Cuenca, y la propia consellera. “De confinar nada”, le escribió Cuenca poco antes del envío del Es-Alert a la población, que se lanzó a las 20.11 horas. Un aviso que la jueza ha calificado de “tardío” y de contenido “erróneo”, insistiendo en sus autos en la “inactividad patente” de la Generalitat durante las horas críticas de la trágica dana.
El WhatsApp de Mazón a Pradas tras alertarle el 29O de que "preocupa" el barranco del Poyo: "Cojonudo"
De la dimisión a la cárcel La indignación no tardó en tomar las calles. Apenas 48 horas después de las inundaciones, con el fango aún cubriendo aceras y viviendas, entidades sociales y sindicales convocaron la primera manifestación bajo un lema que se repetiría durante meses: Mazón dimisión. El 9 de noviembre de 2024, 130.000 personas marcharon por Valencia.
Desde entonces, la protesta se convirtió en una cita mensual. Más de 200 entidades respaldaron las movilizaciones, a las que se sumaron las asociaciones de víctimas una vez constituidas, encabezando la marcha tras una pancarta con la imagen del president boca abajo. La presión social fue constante, persistente y transversal.
Tras la renuncia de Mazón –que nunca llegó a reunirse con las principales asociaciones de víctimas– el lema cambió: Mazón a prisión. Ahora, el foco está puesto en que el expresident acepte declarar voluntariamente ante la jueza Nuria Ruiz Tobarra, quien no puede imputarlo al estar aforado como diputado.
Durante un año, Mazón soportó abucheos en actos públicos, encuestas adversas y reiteradas peticiones de la oposición para que convocara elecciones. En su comparecencia de despedida, volvió a señalar a las agencias estatales por una supuesta falta de información durante la dana, una tesis que ya había defendido en meses anteriores. Pero nunca las propias.
Días después, compareció en las comisiones de investigación de Les Corts y del Congreso, mientras el foco político se desplazaba hacia su sucesión. De nuevo, Vox fue decisivo. El partido que le aprobó los presupuestos a mediados de año facilitó la elección de Juanfran Pérez Llorca, mano derecha de Mazón en el PPCV y en el Parlamento valenciano, como nuevo president de la Generalitat.
Sus primeras palabras fueron una especie de petición de perdón a las víctimas. Sus primeros gestos, visitas a los municipios devastados por la dana. Un intento explícito de marcar distancia con la gestión de su antecesor, aunque sigue sin reunirse con las víctimas.
Un futuro incierto
El futuro político de Carlos Mazón permanece abierto. Ocupa ahora un escaño discreto, en la última fila del grupo popular de Les Corts, mientras su continuidad al frente del PPCV se da por amortizada antes de Navidades. En paralelo, el expresident Francisco Camps ha iniciado una campaña pública para recuperar el liderazgo del partido y volver a ser candidato a la Generalitat.
Un año después del barro, la herida sigue abierta. Para las víctimas, la dimisión no ha sido un final, sino apenas un primer paso. Para la política valenciana, la dana no solo se llevó vidas y hogares: también arrastró un liderazgo que nunca logró escapar del peso de aquella tarde en la que el agua avanzó más rápido que las decisiones.