i algo me ha enseñado el covid-19 es que en cualquier sitio y a cualquiera le puede pasar que, de repente, cambie su vida de salud a enfermedad grave y muerte. Por eso me resulta inconcebible que todavía haya gente que se tome todo esto con frivolidad, piense que no le va a tocar y ponga en riesgo al resto.
La mascarilla se tuvo que imponer por el Gobierno dada la poca importancia que le daban algunas personas. Deben asegurarse la libertad de expresión y opinión pero, a estas alturas, que haya movimientos en contra de su uso con mensajes alarmistas y conspirativos no es serio. A mí no me gusta -como a nadie- utilizarla, pero entiendo que es un deber de ciudadanía y respeto, no porque lo diga una orden sino porque, hoy por hoy, parece que es eficaz contra el contagio.
La nueva legislatura que comienza ahora a raíz de las elecciones del pasado 12 de julio nace marcada profundamente por el virus y evitar ahora un contagio generalizado es obligación de los poderes públicos pero, sobre todo, nuestro. Ya que, de producirse, podría llevarnos al colapso socioeconómico poniendo en riesgo nuestro sistema de bienestar.
Los próximos días se constituirá el Parlamento de Gasteiz, fruto de unos resultados electorales que nos dieron una Cámara claramente nacional vasca con el 66,92% de sus votos (EAJ-PNV, 39,06%; Bildu, 27,86%). Datos bien distintos al 13,64% del PSE, 8,05% de Podemos, 6,77% de PP+C's, y el 1,96 % de Vox. Y, aunque es más que previsible un gobierno dirigido por el lehendakari Urkullu, está abierta la fase de negociación. Bildu le ha tomado el relevo a la formación morada en eso de proponer un gobierno alternativo que ya se vio de nulas posibilidades en este momento. Otra cosa podría ser a partir de la siguiente legislatura, con el liderazgo sin tapadera de Arnaldo Otegi y maquillado el pasado por el olvido que dan los años (o las necesidades del PSOE en Madrid, por ejemplo).
La guerra contra el PNV por el liderazgo aber-tzale es patente; por ello, quizás, no deberían sorprendernos declaraciones tan extemporáneas como las de Otegi el otro día afirmando que los socios naturales del PNV son Vox y PP y los suyos el resto (¿Vox? ¿En serio?).
En política es lógico querer llegar al gobierno, pero, una de dos, o quería insultar o no se entera. En cualquier caso, es difícil otorgarle la cualidad de análisis político serio. Salvando todas las distancias coyunturales, a ver si Antón De Irala tenía razón y bajo pretendidos discursos nacionales resulta que había otras intenciones que nada tenían que ver con Euskadi. Por su parte, la gente del partido socialista aparenta indiferencia para alcanzar un acuerdo con el PNV -del que nadie duda, ya que le sacan enormes beneficios-, encarece sus diez escaños para la negociación con el único aval de que gobiernan en Madrid, y se insinúa a Bildu pensando más en el futuro que ahora. Mientras, las otras fuerzas políticas no cuentan a efectos de conformar el gobierno para la XII legislatura.
Que sea bienvenido el gobierno que resulte de todo esto, ya que se enfrenta a una ardua tarea. Los datos presentados ayer por el consejero Azpiazu, con una caída del PIB, por el momento, en un 20,1% y del empleo en un 19,8%, nos han colocado en una situación muy delicada que debemos enfrentar con confianza y colaboración en todos los ámbitos de la sociedad y especialmente en el mundo político.