La lenta decadencia que el PP de la CAV viene sufriendo desde el año 2001 en cuanto a sus resultados electorales, contenida a duras penas en las autonómicas de hace cuatro años, donde pasó de diez a nueve escaños, vivió este domingo un episodio casi definitivo al cosechar su peor resultado histórico con sus siglas actuales.
Fue en las elecciones al Parlamento Vasco de 1990 cuando concurrió por primera vez como Partido Popular, logrando 83.719 votos y seis escaños, lo que mejoró ostensiblemente su representación anterior como Alianza Popular -55.606 votos y dos asientos en 1986-. Ayer volvió a esa casilla de salida al cosechar 60.299 sufragios, casi la mitad de los 107.771 de 2016, y cinco escaños. Y lo hizo de nuevo tras un lavado de cara: poco tiene que ver el PP vasco que se ha presentado a estas elecciones con el que lo hizo hace cuatro años, empezando porque ahora ha ensayado por primera vez la coalición con Ciudadanos.
Ello tiene como primera consecuencia que uno de los cinco parlamentarios será de la formación naranja, que entrará por primera vez en el Parlamento Vasco. Nada le salió bien ayer al PP. Y para encontrar las claves de esta apuesta hay que mirar hacia Madrid y el presidente estatal del partido, Pablo Casado.
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