madrid - En el último tramo de su discurso de investidura, cuando ya llevaba una hora y media de intervención, Pedro Sánchez presentó finalmente sus recetas para encauzar el reto independentista catalán, y lo hizo sin arriesgar y rebajando el alcance de una reforma federal que en otro tiempo fue el buque insignia del socialismo. Todo ello, quizás atenazado por el corsé del pacto con Ciudadanos, una formación muy centralista que le ha obligado a poner por escrito su rechazo al referéndum independentista; o también por no querer contar con los votos del independentismo catalán para convertirse en presidente español, y por huir de cualquier gesto que levante ampollas en su propio partido. El asunto lo apuró en nueve minutos, limitándose en buena medida a la letra del acuerdo con Ciudadanos, pero añadiendo algunas propuestas de su cosecha que tampoco ponen en peligro su pacto. En concreto, se mostró dispuesto a aceptar cinco de las 23 medidas que presentó el expresident Artur Mas a Mariano Rajoy, ninguna de las cuales va al meollo del contencioso y, además, no son específicas para los catalanes sino que forman parte de las demandas más extendidas de otras comunidades, tal y como reconoció el propio Sánchez: propuso aumentar la financiación de la Ley de Dependencia, subir el presupuesto destinado a las políticas activas de empleo, derogar la reforma local del PP, tumbar también la Lomce en el ámbito educativo y recuperar los fondos destinados al desarrollo rural.
No se comprometió con los puntos más potentes que planteó el expresident como, por ejemplo, impulsar más infraestructuras en Catalunya o cumplir las sentencias favorables a la gestión territorial del 0,7% del impuesto de la renta. El portavoz de DiL (la antigua Convergència), Francesc Homs, consideró “incompleta” la oferta, y aventuró que el socialista será más generoso en la sesión de hoy porque esos puntos “son cumplir la ley”. Desde ERC, Joan Tardà reconoció que esperaba “un poco más”. El documento de los 23 ejes, de todos modos, está muy lejos del referéndum independentista que reclaman los soberanistas catalanes, que votarán en contra del candidato. La consulta se prohíbe en el acuerdo de Sánchez con Ciudadanos, pero ayer no se citó, tampoco para vetarla.
Durante el resto de su intervención, Sánchez se ciñó al pacto, donde la reforma federal se limita a pedir una aclaración del reparto de competencias entre las comunidades y el Estado, fijar las claves de la financiación autonómica y convertir en Senado en una cámara territorial, que además se desconoce si será trasladada a Barcelona, como en su momento prometió el socialismo. Como dato llamativo, cabe destacar que no citó su propuesta de relajar el límite de déficit a las instituciones catalanas ni el cumplimiento del nivel de inversiones consagrado en el Estatut, dos ideas que había lanzado un día antes para tentar a la confluencia catalana de Podemos, En Comú. El candidato, no obstante, apostó por resolver los problemas políticos a través de la política, en una crítica velada al inmovilismo de Rajoy.