Bruselas - La principal incógnita en el consejo de ministros de exteriores extraordinario celebrado ayer en Bruselas, en respuesta a los ataques a civiles en la ciudad ucraniana de Mariupol, era si la Unión Europea conseguiría mantener la unidad política frente a Rusia o si el nuevo Gobierno griego liderado por Syriza llevaría hasta sus ultimas consecuencias sus reparos a seguir castigando al Kremlin. Finalmente, Grecia accedía a levantar su bloqueo a un acuerdo que prolonga hasta septiembre las sanciones contra dirigentes y empresas responsables de desestabilizar el este de Ucrania y que abre la puerta a nuevos castigos. “Esperamos que esto sirva para ayudar a poner presión, en particular sobre Rusia, para dar pasos positivos y evitar los pasos negativos que hemos visto en los últimos días”, advertía la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini.
Fue una reunión “larga”, “fructífera” y “constructiva”, según la italiana. “Bizantina”, según el titular de exteriores español, José Manuel García Margallo, que reconoció que “la sangre no llegó al río” durante una negociación que su colega polaco calificó de “emocional”. El nuevo canciller griego, Nikos Kotzias, amagó con vetar pero terminó aceptando unas sanciones que giran en torno a tres elementos. Se prolongan seis meses, hasta septiembre, las medidas que expiraban en marzo contra dirigentes y entidades rusas y ucranianas; se encarga al servicio de acción exterior de la Comisión Europea que proponga en el plazo de una semana nuevos nombres susceptibles de ser incluidos en esa lista negra de sancionados que tienen vetada la entrada en la UE así como sus cuentas congeladas y, por último se pide el inicio de los trabajos preparatorios para activar “cualquier otra medidas adecuada para garantizar la ampliación del acuerdo de Minsk”. Es decir, nuevas sanciones económicas o comerciales que se aplicarían si la situación sigue deteriorándose.
Con algún pequeño retoque en la formulación final -medidas adecuadas en vez de medidas restrictivas- es básicamente el mismo contenido que llevaba varios días bloqueando la embajadora griega. A juicio de algunos, como el ministro García Margallo “por un desajuste interno” derivado del reciente cambio de Gobierno. Para otros, por una cuestión de fondo que pone de manifiesto la sintonía que mantienen Tsipras y Moscú y que quedó patente en las primeras palabras pronunciadas ayer por Kotzias. “Grecia trabaja para devolver la paz y la estabilidad a Ucrania y, al mismo tiempo, para evitar un choque entre Rusia y la Unión Europea”, advirtió.
El texto también pide acceso libre y seguro para los observadores a toda Ucrania, condena la intimidación a la comunidad tártara de Crimea y encarga a Mogherini que mejore la comunicación estratégica. “No puedo decir que estoy contenta porque la situación sobre el terreno en Ucrania no es para estar contenta, pero hemos mantenido la unidad, nuestra fuerza y mostramos que la UE esta preparada para tomar nuevas decisiones en las próximas semanas si la situación no mejora o empeora”, resumió.