or si no tuviéramos suficiente con los múltiples casos de corrupción, las promesas incumplidas de las campañas electorales, el transfuguismo o el reciente circo de Murcia -o show, como prefieran ustedes-, el pasado miércoles asistimos al último capítulo de la bajeza política de nuestro país. El hartazgo de la sociedad ya es evidente, pero a diario se empeñan en que nuestra desafección vaya in crescendo. Ese ya célebre "¡Vete al médico!" soltado en voz alta por un diputado mientras se debatía la posibilidad de poner en práctica una política más ambiciosa para la atención psicológica fue un misil directo al corazón de todas esas personas a las que la pandemia está dejando graves secuelas en el plano anímico o literalmente destrozando la vida. Una hiriente frase que me recordó a aquel igualmente famoso "¡Que se jodan!", pronunciada por otra de sus señorías, en plenos recortes de las prestaciones por desempleo. Ya que son unos inútiles para resolver los problemas de la gente y únicamente miran hacia su propio ombligo, aquí un humilde periodista les rogaría que, al menos, mantengan las formas en el desempeño de sus funciones y no banalicen un problema de esta magnitud. Creo que no es mucho pedir, aunque sé que seguirán dando la nota en el futuro.