o sé dónde leí una vez que la madurez moral del ser humano no va en absoluto acompasada con su progreso científico, lo cual supone un peligro cierto de autodestrucción porque es como si fuéramos niños pequeños jugando con una motosierra. El mismo tipo que transportó a la Luna a Neil Armstrong había usado veintitantos años antes mano de obra esclava para montar los cohetes destinados a destruir Londres en la II Guerra Mundial. Científicos de todas las ramas han dedicado sus vidas a inventar nuevas formas de matar a cuanta más gente mejor, o a hacerlo de la forma más quirúrgica, más silenciosa, más agónica, o más sangrienta y terrorífica posible con el fin de minar la moral de los enemigos de sus amos. La ciencia también erradicó la viruela y cronificó el VIH, nos ha enseñado a mover toneladas de peso con un pistón y un poco de aceite, comunica a seres queridos separados por miles de kilómetros y ahora nos está sacando de la mayor crisis sanitaria del último siglo mucho más rápido de lo que nadie estimaba hace un año. Por todo esto las Humanidades no pueden desaparecer de las escuelas, porque la ciencia nos desbroza el camino, pero para saber adónde queremos ir tenemos que saber quiénes somos, y para eso hay que conocer la Historia y la Filosofía.