a agresión sufrida el pasado sábado en Gasteiz por el vicesecretario de Comunicación del PP de Araba y exconcejal en la capital alavesa, Iñaki García Calvo, y varias personas que le acompañaban tan solo por pertenecer a la formación popular es un hecho gravísimo, intolerable en una sociedad democrática y que debiera contar con el rechazo y condena políticas por parte de todos los partidos. Se trata de una agresión explícitamente enmarcada en la motivación ideológica y que puede encuadrarse en el delito de odio por razones políticas. Así lo entiende la inmensa mayoría de la sociedad vasca, sus instituciones, partidos y organizaciones sociales, que han mostrado su solidaridad con los agredidos y han condenado el ataque. Sin embargo, EH Bildu, que sí ha rechazado “con dureza” lo que denominó “hechos intolerantes acontecidos”, ha impedido una declaración unánime de repulsa por parte del Consistorio gasteiztarra bajo el consabido argumento de que era un texto “cerrado” que buscaba su “desgaste político”. La excusa es falaz. La declaración aprobada por el resto de partidos dice textualmente: “El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz muestra su repulsa y condena más enérgica ante la agresión sufrida el pasado sábado por el exconcejal del PP Iñaki García Calvo, por su ideología política, y las personas que le acompañaban. Son unos hechos que para nada representan a una ciudad cuyas señas de identidad son la convivencia, la tolerancia y el respeto a la pluralidad. El Ayuntamiento traslada igualmente su cercanía y apoyo a los cuatro jóvenes agredidos y a todas sus compañeras y compañeros de partido”. Solo las palabra “condena”, “agresión” y “por su ideología política” pueden ser interpretadas -torticeramente- por Bildu como “no inclusivas”. No lo son en absoluto. EH Bildu, en su enrocamiento más propio de décadas pasadas, no puede pretender que una agresión ideológica pase para el resto de la sociedad como “hechos acontecidos”. Un ataque de carácter político como el sufrido por el dirigente del PP precisa de una condena también política, sin matices ni subterfugios muy similares, por cierto, a los que utiliza a menudo Vox ante las agresiones sufridas por otros partidos políticos y sus dirigentes. EH Bildu debe superar el pasado que le atenaza y encarar las obligaciones éticas y políticas que supone la convivencia democrática.