l Partido Demócrata estadounidense ha puesto la pasada semana en su Convención Nacional las cartas boca arriba, con la elección de Joe Biden como su candidato a la presidencia de los Estados Unidos en las elecciones que se celebrarán (si todo transcurre según los previsto) el próximo 3 de noviembre. El veterano exvicepresidente con Barack Obama contará para ese puesto con Kamala Harris, quien reúne, además de todo su bagaje político, dos condiciones como persona que suponen un valor añadido: ser mujer y afroamericana. El valor añadido se revaloriza, precisamente, dada la naturaleza del oponente que el ticket demócrata tendrá enfrente, el actual presidente Donald Trump, que ha dado sobradas muestras de qué es lo que piensa de las mujeres y de cómo actúa cuando de abordar conflictos raciales se trata. El magnate neoyorquino afronta, por tanto, la convención republicana que arranca hoy sabiendo con quiénes se la juega. Lo único que tendrán en común las convenciones de los dos grandes partidos estadounidenses es su carácter virtual, obligados por el inexorable avance del covid-19. Las previas a las convenciones ya dieron una pista de cómo valoran la gravedad de la pandemia ambos candidatos. Mientras Biden y su equipo comprendieron enseguida que el gran acontecimiento político de su formación debería olvidarse de las demostraciones multitudinarias que son marca de la casa (tanto en uno como en otro partido), Trump ha tenido que improvisar su convención a marchas forzadas porque hasta hace casi un mes no tomó la decisión de renunciar a un cónclave típicamente USA. Otra diferencia vendrá marcada por los participantes en las respectivas citas. Biden ha contado con el apoyo de expresidentes demócratas, e incluso con el aval de altos cargos de gobiernos republicanos, mientras que Trump verá reducida su claque de exestadistas y se centrará en su círculo cercano, en el que cada vez se producen más deserciones, con portazos en forma de libros de relatos de trastienda poco favorecedores para él incluidos. Mientras el tono de Biden ha sido de corte más institucional, todos los analistas aguzan el oído a la espera de las boutades y ataques sin filtro que pueda emitir Trump, de los que no se librará Biden, pero especialmente Harris, y que pueden acarrear unas consecuencias imprevisibles.