En el último día de la campaña electoral de cara a la cita de hoy con las urnas, el presidente español en funciones y candidato del PSOE, Pedro Sánchez, situó en una entrevista con el diario más vendido del Estado los términos en los que afronta estos comicios: “El 10-N no se votan políticas sino el Gobierno y el desbloqueo”, afirmó. Es decir, que el máximo responsable -como fuerza más votada el 28 de abril- de la repetición electoral ante el estrepitoso fracaso para conformar un gobierno tiene una consideración poco menos que instrumental de los comicios -nada menos que los cuartos en cuatro años- a los que las fuerzas políticas han abocado a toda la ciudadanía. Sin embargo, tal y como ha quedado meridianamente claro durante la corta pero muy reveladora -a la par que mediocre- campaña es que este 10 de noviembre los ciudadanos y ciudadanas nos jugamos mucho, y en la CAV y en Nafarroa mucho más aún. En efecto, el bloqueo fruto de la incapacidad de la política española para afrontar un diálogo leal y constructivo es gravísimo, tanto por sus causas como por los efectos que, obviamente, padece toda la ciudadanía, y debe ser superado sin más excusas. Pero debe hacerse con una altura de miras y un concepto de lo que es la democracia y de lo significa realmente hacer política radicalmente distinto a lo que hemos vivido durante los últimos años y se ha corroborado en la campaña. El bloqueo, la falta de alternativas reales al mismo, las muy peligrosas propuestas que se han escuchado en las últimas semanas por parte de los principales partidos -más mano dura en Catalunya con renuncia absoluta al diálogo, recortes de derechos, recentralización a ultranza...- y la normalización e incluso la irresponsable asunción de postulados de la ultraderecha o la absoluta falta de contundencia en su respuesta a planteamientos antidemocráticos e inconstitucionales, xenófobos, machistas y LGTBifóbicos son riesgos ciertos que van mucho más allá de la formación de un gobierno y suponen una regresión sin precedentes. Por ello, este 10-N sí va de política y, por tanto, de políticas. Los vascos elegimos, así, la fuerza con la que Euskadi contará en Madrid para defender nuestros intereses, nuestro bienestar, nuestro autogobierno y nuestra convivencia, incluso más allá de quién esté en el gobierno si finalmente se supera el bloqueo. Algo que aún está por ver.