unto a otros muchos temas de calado político y social, el discurso del lehendakari en el debate de política general y el posterior debate con los representantes de los grupos parlamentarios situó en el centro la dimensión del cambio climático como compromiso de actuación inmediata. Vivimos en una época de transformación radical de nuestros marcos de referencia y entre ellos emerge la crisis climática. ¿Cómo debemos actuar desde la dimensión de la gobernanza para transformar el actual modelo en otro sostenible, justo y equitativo? El punto de partida pasa por asumir la interdependencia entre los diferentes poderes políticos, la soberanía compartida entre los mismos, y los retos de las democracias en un mundo globalizado en el que los estados se muestran impotentes para asumir por sí solos las respuestas a toda esa complejidad sobrevenida.

La respuesta global al cambio climático puede además generar nuevas oportunidades económicas para las empresas, las personas y los territorios, pero para ello requiere una nueva inteligencia colectiva. No todo se resuelve ni puede basarse solo en grandes inversiones. También son imprescindibles nuevas formas de gobernanza, una nueva cultura de trabajo en red que haga confluir políticas públicas, responsabilidad empresarial, participación ciudadana, inversiones sociales, reformas legales y los procesos de innovación tecnológica para transformar la economía europea y transitar rápidamente hacia modelos de desarrollo sostenibles.

Es tiempo de sumar capacidades y esfuerzos apostando por proyectos con un enfoque sistémico con grandes consensos en vez de acciones aisladas y desconectadas en el que cada uno defiende lo suyo con una mirada de corto plazo. Necesitamos una gobernanza que promueva que los ecosistemas económicos y sociales del territorio se inserten en las cadenas de valor global. Para ello hay que atreverse a innovar, apostando por nuevas formas de colaboración público-social-privada, para aprovechar todo el potencial creativo y experiencia acumulada.

Las alianzas público-privadas no son por sí solas suficientes. Es necesario articular nuevas fórmulas de colaboración con la participación de la sociedad civil en su diseño y control para que las hagan suyas. Necesitamos que las instituciones asuman un nuevo liderazgo para relanzar la economía, pero asumiendo que no tienen la capacidad ni el know-how para el reto que tenemos por delante.

Pero se necesita más, es indispensable la tercera dimensión, la social, para diseñar conjuntamente cuáles son los proyectos estratégicos y de interés general que hay que afrontar garantizando la accountability, eso es, la rendición de cuentas y la transparencia. Se trata de dar nueva coherencia y sentido a la colaboración público-social-privada, para lo que igualmente necesitamos una delicada estrategia de comunicación y pedagogía.

En estos momentos de cierta confusión y desconcierto es más necesaria que nunca una nueva ética de esta transición económica, social y medioambiental para reconstruir los lazos emocionales con la sociedad y acordar un nuevo contrato social. Se trata de hacer del riesgo una oportunidad sin dejar a nadie atrás y no hay tiempo que perder. Es tiempo de pensar despacio pero actuar rápido.