esulta curioso, muy curioso, que con todo lo que se ha escuchado por parte de grupos políticos como EH Bildu, PP o Elkarrekin Podemos sobre la mala gestión de Osakidetza ante la pandemia descubramos que sólo un 18% de la ciudadanía vasca coloca al Servicio vasco de Salud entre sus tres principales problemas diarios.

No lo digo yo. Lo refleja el último Sociómetro Vasco realizado entre el 17 y el 21 de mayo, a través de entrevistas telefónicas individuales a nada menos que 3.333 personas mayores de 18 años.

Y habrá, seguro, quien me replique que, mujer, los y las ciudadanas no ponemos en cuestión a Osakidetza, sino a quienes la dirigen. Y, entonces, veo que el lehendakari -con la que está cayendo- aprueba con un 5,3.

Seguramente, no lo niego, si nos encuestasen al detalle sobre lo duro que están siendo estos meses podríamos reflejar en la fotografía cuáles han sido los aciertos y los errores de este terrible año y medio al que todavía hay que sumarle más tiempo porque esto no se ha acabado. Sí, la luz se ve al final del túnel pero todavía es pequeña.

Pero el Sociómetro también reproduce que los problemas ligados al mercado de trabajo siguen siendo la principal fuente de preocupación para casi siete de cada diez ciudadanos y ciudadanas vascas. Una realidad tozuda que invita a la reflexión sobre dónde coloca, en ocasiones, el acento la oposición en el Parlamento vasco. Máxime cuando, según la misma encuesta, persiste el alejamiento de la sociedad de la clase política.

Las variables para explicar esa desafección no se podrán resumir en una única. Pero contribuirá a ello el hecho de que, quizás, no se escuchen desde parte de la Cámara soluciones para los problemas que de verdad preocupan sino mucho ruido que, a veces, sólo ensordece.