ace unos cuantos días, muchas personas voluntarias de Cruz Roja tuvieron que trabajar a destajo en la playa del Tarajal en Ceuta. Una cantidad inusualmente alta de inmigrantes que huyen de la pobreza más absoluta caen como fichas en el casillero de la playa del Tarajal. Y caen allí en el perverso juego de la ruleta de la geopolítica internacional. Esa ruleta no sabe de derechos ni aspiraciones de las personas. En esa ruleta, son meras fichas que caen desesperadas en ese casillero. Entre ellas, el joven senegalés, del que no sabemos ni el nombre, que fue atendido por Luna Reyes. Su gesto de humanidad, de empatía, el abrazo, fue captado por una cámara y se convierte en una noticia que da la vuelta al mundo. “Solo le di un abrazo”, repitió, una y otra vez, Luna, en una entrevista televisiva. “Dar un abrazo a alguien que pide socorro es lo más normal del mundo”.

A mi entender, la cuestión es por qué ese abrazo ha alcanzado el rango de noticia que da la vuelta al mundo. Y es que, desgraciadamente, el abrazo no era la noticia. La noticia era que ese abrazo choca de frente con el mensaje de odio dirigido a mujeres, a inmigrantes en general y en particular a los menores de edad entre ellos. Y vaya si embistieron contra ella. “Dar un abrazo a alguien que pide socorro es lo más normal del mundo”. Luna tiene razón. Pero no estamos hablando de personas normales sino de personas cargadas de odio. Frente a quienes odian sería un error caer en un odio recíproco, porque el odio nos consumiría. Igual que a quienes odian. De eso, desgraciadamente, hemos podido saber mucho por aquí. Si acaso, lo que nos tienen que dar es pena. Porque el odio consume, y porque quienes atacaron a Luna por ser una persona normal se consumirán en su propio odio. @Krakenberger