Practicar deporte, vetado para las mujeres. Salir de casa solas, vetado. Ir al salón de belleza, vetado. Vestir como quieran, vetado. Trabajar fuera de casa, vetado. Ir al colegio o a la universidad, vetado. Elegir con quién se casan, cuántos hijos/as quieren tener y cuándo mantener relaciones fuera del matrimonio, vetado. Protestar, vetado. Ser vistas, vetado... Una larga lista que no acaba ahí, ni mucho menos. Aunque parezca irreal o mentira, está pasando hoy en día, en abril de 2024. Y no muy lejos de aquí. Un ejemplo: Hadia Ahmadi, de 43 años, fue profesora en varias escuelas bajo el anterior gobierno afgano, pero perdió su trabajo debido a las restricciones educativas y laborales para las mujeres. Ahora encera zapatos para la gente por la calle en Kabul. Las niñas mayores de 12 años han visto pospuesto indefinidamente su derecho a ir a la escuela. Las mujeres tienen prohibido el acceso a la enseñanza superior. Han sido excluidas del mercado laboral. Solo un número limitado de doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en ciertos hospitales de Kabul para atender a mujeres y niñas, y siempre y cuando no puedan ser reemplazadas por hombres. Con la llegada de los talibanes en 2021, las mujeres afganas han vuelto a sumirse en la oscuridad.