Gasteiz, Araba y Euskadi entera están de enhorabuena. La planta vitoriana de Mercedes se adentra definitivamente en la era de la automoción electrificada con una inversión de mil millones de euros en unas instalaciones ampliadas en 100.000 metros, hasta 800.000 –115 campos de fútbol–, para producir el nuevo modelo de furgoneta en un par de años escasos. El fruto de un cúmulo de decisiones inteligentes tomadas a su debido tiempo, en el seno de la multinacional por supuesto y también en su entorno.
Porque nada tiene de casual la apuesta de Mercedes por la fábrica del futuro en Vitoria-Gasteiz, que conlleva la consolidación de casi 5.000 empleos directos para multiplicar por seis los indirectos, además de un horizonte vital para sus 800 proveedores actuales. Como muestra la producción en máximos de la factoría alavesa, con 157.000 unidades puestas en el mercado en 2023, año también récord en la venta de furgonetas de Mercedes, hasta 448.000 por valor de 20.000 millones de euros.
Los números avalan la estrategia del consorcio y la competencia de sus cuadros directivos para implementarla, si bien también reflejan fidedignamente el compromiso de la plantilla y su profesionalidad. Como resultan todo un acicate para conducirse por la senda de la flexibilidad pactada –como en el arranque de este ejercicio para evitar un eventual ERTE– al objeto de adaptarse a las necesidades de producción en función de los imponderables de un mercado globalizado. La clave de la sostenibilidad y aun crecimiento de una planta a la vanguardia tecnológica sobre la base de un diálogo social constructivo y posibilista, a la par que exigente, siete décadas después.
Dinámica interna tractora que precisa puertas afuera de un marco que revista de confianza al inversor, la que Euskadi ofrece con un ecosistema industrial y formativo altamente cualificado, implicado con la descarbonización –singularmente en esta capital green–, y propulsado por la cultura del esfuerzo inherente a este país. En el contexto de una doble transición verde y digital de la que la automoción debe erigirse en actor principal coadyuvando a la movilidad inteligente.
Sobre la premisa de la seguridad jurídica, a las administraciones de todos los niveles compete impulsar la colaboración público-privada, valga como paradigma justamente el Centro de Fabricación Avanzada que el Gobierno vasco y la Diputación alavesa promueven en Jundiz con Mercedes, Gestamp y MB Sistemas de Corporación Mondragón. Y sirva también Mercedes como ejemplo de la rentabilidad de esa confluencia de intereses, pues representa el 5,2% del PIB vasco y el 14% de las exportaciones totales, hasta casi la mitad de las alavesas.
Todo lo referido difícilmente hubiera concurrido sin la estabilidad política que determina la capacidad colectiva para aprovechar las oportunidades que se presenten con unas instituciones que respondan con inmediatez y certidumbre. Las urnas dispuestas el 21 de abril tampoco debieran soslayar tamaña evidencia.