Escribo esto sin saber los resultados de las elecciones andaluzas y todo ello parece como algo tan fuera de mi alcance ni capacidad que a veces dan ganas de pensar que corresponde a otra realidad, otros mundos. Cierto que nos afecta, y más que nos afectará, especialmente a quienes somos más sensibles cuando las políticas recogen el odio y eliminan los derechos y la igualdad de las personas, que es lo que la ultraderecha tiene preparado, además del asalto a las cuentas públicas, quiero decir. Pero son elecciones más allá de nuestro día a día. Desafortunados hechos que exorcizamos diciendo: ay, es que el mundo es muy complejo y la gente puede acabar gritando “viva Franco, maricones” porque así es el gracejo de la tierra... Cosas lejanas.

Algo parecido nos venía pasando con los incendios, por ejemplo, catástrofes que, tirando del lugar común habitual, se deberían haber apagado en invierno y etcétera, que antes no pasaba porque se cuidaba el monte o que si cualquier otra excusa (porque patatas, como dicen ahora). Hablamos de eso, de incendios lejanos (California, Australia, Zamora...) y nos preocupan pero únicamente nos sentimos levemente concernidos. Cuando de repente media Navarra está en llamas, cuando contabilizas mes y pico sin lluvia, cuando llevas toda la semana sufriendo unas temperaturas que nunca fueron normales, ya no es algo ajeno. Qué más quisieras que eso fuera otra realidad, porque comenzamos a ser plenamente conscientes de que lo que vivimos está propiciado por nuestra inacción ante la emergencia climática. Cierto que bajarán las temperaturas, se apagarán los fuegos y poco a poco recuperaremos nuestra tranquilidad negacionista. Son sucesos desafortunados, cosa de la rueda de la diosa que somete nuestro futuro a sus caprichos. Qué ingenuidad criminal. l