Ni Internet nos garantiza el acceso al conocimiento, ni alcanzar ese acceso hace que nos caduque el carné de brutos, ni pasar una pandemia nos ha espabilado, ni ver la guerra tan cerca nos vuelve más pragmáticos: quien cree a Vladímir Putin (“Rusia realizó un ataque preventivo en Ucrania porque Occidente se estaba preparando para invadirnos”, en República.com) no se diferencia en nada de un terraplanista o un antivacunas: solo forma parte de ese grupo ruidoso (mucho más que numeroso) de personas que, simplemente, están dispuestas a creerse lo que sea para presumir de espíritu crítico o estar libres de culpa.