la más ejemplar, la más barata, la más útil, la más arbitral, la más moderadora. Seis mentiras que cada cierto tiempo el CIS proclamaba a los cuatro vientos. A preguntas inducidas, respuestas obsequiosas. Desgraciadamente y a pesar de haberlo intentado, nunca pudimos cambiar nada de la constante manipulación sociológica de un CIS juancarlista. Aquello era un cinturón de hierro que tenía en la puerta no dos leones, sin rugido, sino dos pitbull dispuestos a saltar al cuello en cuanto te salías de lo políticamente correcto. Un pacto de silencio mediático ante los abusos y corrupciones del monarca y dos partidos “vertebradores” de la unidad de España sacando brillo a todas horas a una Constitución que se fundamenta “en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (art.2)” y, en ese edificio, el rey es la clave de bóveda de todo ese tinglado por lo que era obligatoria que fuera inviolable, intocable, infumable y con súbditos reidores de todos sus chistes. La fórmula secreta de la Coca Cola y de la sacrosanta transición española a la que no hay que tocar sus pies de barro, porque caería todo el tinglado construido sobre el inmenso retrete del silencio cómplice.
En este mundo light de la cerveza sin alcohol, la gasolina sin plomo, el tabaco sin nicotina, el chocolate sin cacao, el café sin cafeína y los huevos sin colesterol se le ha añadido la justicia sin equidad y con los ojos destapados, es decir un remedo de justicia. Pero no para todos.
El pasado martes 14 de diciembre el diario El País a cuatro columnas, en portada y con gran despliegue informaba que “Suiza cierra la causa sobre la donación saudí a Juan Carlos”. Solo le faltaron las campanillas. El ABC dedicada toda su portada al ex rey, con su fotografía, mientras con gran despliegue nos decía que “Suiza descarta que Don Juan Carlos cobrara comisiones por el AVE de la Meca”. La Razón iba más allá al destacar que “PP y Vox apoyan el regreso de Juan Carlos tras el archivo en Suiza”. Y El Mundo: “El carpetazo de la Fiscalía de Suiza despeja el horizonte penal de Juan Carlos I”. Portadas y titulares que deberían servir como tesis universitarias para analizar la estrategia de ocultación de la verdad, el pacto de silencio, la manipulación de los hechos y la opacidad de un sistema que incluso aplaudió la rotundidad del mensaje de su Jefe del Estado cuando dijo aquello de “la justicia es igual para todos” y lo hicieron con tal profesionalidad que no soltaron la carcajada borbónica. Esos titulares, como es evidente, desconocen la obstrucción a la justicia realizada por Arabia Saudí y la conjura militante de blanqueadores profesionales para que “quien nos trajo la democracia” en declaraciones de Mariano Rajoy, no se siente en el banquillo como un ciudadano más o como Urdangarin, su yerno, que terminó pagando por las responsabilidades del suegro. Defraudar, tener amantes, irrespetar a una Reina sufridora oficial con triple vida, ser comisionista, abusar de su posición dominante y absolutamente inmoral no tiene la menor importancia ante esa gran verdad revelada de la patria común e indivisible, ya que debíamos agradecer que Franco nos los dejara de heredero. Eso sí, de matute, por la puerta de atrás, sin referéndum como en Italia tras la II Guerra Mundial, no fuera a ser que se perdiera, como le comentó Suárez a Victoria Prego, ya que las encuestas previas amenazaban la catástrofe.
Lo grave del caso no es que el ABC,El Mundo y La Razón pasen por alto la conducta posiblemente delictiva de Juan Carlos sino que un diario aparentemente progresista como El País no solo avale sino lo justifique todo y aplauda este sainete como antesala del cierre de las diligencias de la Fiscalía española. Por cierto el abogado defensor del Emérito fue adjunto durante dos décadas del Fiscal Anticorrupción. Todo queda en casa. Aquello de Juan Luis Cebrián de “la monarquía no resiste un editorial de El País” nunca se ha podido comprobar pues la obsequiosidad de su medio alfombra para una monarquía tambaleante es de nota a pesar de que el hijo mandó al padre a un país no democrático y a pesar de que le cortara el estipendio mensual, reconociendo su conducta impropia, aunque cubriera y sigue cubriéndole su disipada vida. Lo único que tenían como encargo padre e hijo era la ejemplaridad y ya vemos en que cloaca la han metido.
Viendo toda aquella basura que desbordaba las aguas fecales tratamos, en solitario, que el ojo público legislativo tratara de controlar en algo aquel patio de monipodio tras la guerra de Irak, las cacerías de osos borrachos y la cohabitación en el cerco de la Zarzuela de la amante y su hijo de este irresponsable valetudinario. Pisamos la cola al tigre y nos metimos en su fauce. Me gané dos editoriales ad hominem de El País y un artículo de Juan Luis Cebrián extrañado de que hubieran procesado a los caricaturistas de El Jueves y no lo hacían conmigo. Siguió la campaña en El País digital donde lo más suave que me dijeron fue describirme como peligroso etarra.
No le fue a la zaga nuestro ínclito José Antonio Zarzalejos, en esos años fiel escudero de Juan Carlos I y hoy su Robespierre guillotinador empeñado en salvar a Felipe VI como sea. Este repelente niño Vicente (Copa), el mismo día en el que la Fiscalía rebajaba la acusación contra El Jueves a un delito penado con multa y habiendo ese día una censura unánime de todos los partidos bienpensantes del sistema contra mi persona, reflexionaba con un trabajo panfletario titulado De El Jueves a Anasagasti donde me daba más palos que a una gata ladrona. Cebrián y Zarzalejos buscaban que me procesaran por señalar con el dedo graves delitos de corrupción. Y perdonen que hable de mi persona pues entiendo que esto se olvide al día siguiente, pero yo no lo olvido cuando veo hoy que los mismos que se denominaban fervorosos juancarlistas siguen sin querer que la Justicia funcione y mucho menos que quien delinque pague sus delitos, y justifican con la boca pequeña las fechorías de una persona que fue “el motor del cambio” y la que “nos trajo la democracia” siendo “el mejor embajador que hemos tenido”. ¿O el mejor comisionista?.
El broche de todo esto en diciembre 2021 es el sainete de Bárbara Rey, viuda del domador Ángel Cristo, a quien el Cesid entró en su casa para robarle cintas muy comprometedoras y que ahora nos dice que “hay demasiados parásitos viviendo de sueldos vitalicios”, cuando aquí no hay más sueldos vitalicios que los de los expresidentes y los de la Casa Real y el posible de la Sra. Bárbara Rey y los extras de esa película más parecida a Torrente que a Orgullo y Pasión. Veremos cómo queda la imagen de la monarquía española en Gran Bretaña si prospera la demanda por acoso hecha por la Sra. Corinna hacia un rey que en 1986 se paseó en carroza tres kilómetros por Windsor, Margaret Thatcher hincó la rodilla y fue condecorado en la Universidad de Oxford. De primo de Isabel II a reo de acoso. Con el lío que tiene Johnson con el brexit y la pandemia esta novela de John le Carré hará las delicias de unos ingleses necesitados de diversión ya que en esto de agentes secretos, líos de faldas y justicia justiciera, los ingleses no se andan con chiquitas.
Me contó Xabier Arzalluz que le preguntó a Felipe González por la doble vida de Juan Carlos. “Es verdad, pero preferimos se distraiga con mujeres y dinero a que borbonee como su abuelo Alfonso XIII”. Igual es ésta también una de las claves de lo indecente de este caso de un señor puesto ahí por un dictador que lo dejó todo atado y bien atado. Y todo esto tiene responsables además del interfecto. Un ejemplo. El gobierno Zapatero en 2004 quería celebrar la proclamación como rey de Juan Carlos a los dos días de la muerte del dictador y ante las Cortes franquistas. La argumentación de Zapatero fue que gracias a la Monarquía parlamentaria España era respetada dentro y fuera de “nuestras fronteras gracias al buen hacer, al buen trabajo a y a la personalidad de Don Juan Carlos que ha sido nuestro mejor embajador en todo el mundo particularmente en Iberoamérica”. Y eso conociendo Zapatero el jaez del personaje.
Protestamos con dureza por esta iniciativa que daba legitimidad al rey desde la muerte de Franco y no desde que fue aprobada la Constitución. No nos hicieron ni caso. Presentamos una iniciativa. Nos la tumbaron. María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta, nos afeó nuestra conducta pues el gobierno “tiene la intención de conmemorar ese aniversario con el conjunto de la sociedad española como todo país que celebra los hitos de su sistema constitucional”.
Me imagino que todos los socialistas republicanos dieron tantos botes en sus tumbas que al final y a pesar de la grandilocuencia de la vicepresidenta, no celebraron el 33 aniversario de su designación digital por un dictador.
Termino. En este esperpento borbónico, el gran responsable es Juan Carlos, que ya en 1974 había creado una cuenta con su hermana en Panamá, pero sobre todo los presidentes, partidos y medios que alentaron semejante y asquerosa impunidad. Que no nos engañen.* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)