l pasado 11 de julio los cubanos tenían tanta hambre que se comieron su miedo y salieron a la calle pidiendo libertad y gritando ¡Patria y Vida! frente al ¡Patria o Muerte! de Castro, consigna en la mejor sintonía de aquel ¡Viva la Muerte! de Millán Astray o Iraultza ala Hil! de por aquí cerquita. Al día siguiente en una entrevista de T5 a Pedro Sánchez le preguntaron por la represión castrista y contestó diciendo que era evidente que “Cuba no es una democracia”. No utilizó pudorosamente la palabra “dictadura” quizás para no herir la sensibilidad de Podemos y de Bildu, como si a Raúl Castro que le digan que es un dictador le importe algo esa descripción. Quizás le molestaría que le llamaran “demócrata”, no fuera a ser que le asociaran con la gusana burguesía.
Nadie pone en duda la importancia que en los años sesenta tuvieron en Euzkadi la revolución cubana y la argelina. Ellas introdujeron en una reivindicación exclusivamente abertzale el debate social vinculado a situaciones propias del Caribe y de África. De hecho, en sus distintas asambleas la discusión giraba sobre quién era más castrista, más maoísta, más trotskista o más marxista-leninista, con lo que el fin justificando cualquier tipo de medio era parte del menú. Del seguimiento de aquel parque temático cutre contra el imperialismo yanqui sufrimos las consecuencias los demás ya que ETA siguió actuando hasta 2011 y no paró por convencimiento ético, sino por pura estrategia. Hay ideologías tóxicas y ésta, junto al fascismo, se lleva la palma. Parece mentira que en Euzkadi esta filosofía medieval de control absoluto siga siendo llevada en la mochila de Sortu.
Bakunin afirmaba que el nombre de Dictadura del proletariado no es más que un engaño para encubrir a la minoría privilegiada que se hará dueña del poder; pues esa minoría siempre podrá presentar como excusa de su actuación totalitaria que conoce mejor que el mismo pueblo los verdaderos intereses de la sociedad. A juicio de Bakunin, la dictadura del proletariado significaba la perpetuidad del Estado. Y la historia se ha encargado de dar la razón a Bakunin. No hay ninguna razón seria para afirmar que el Estado de las naciones marxistas tienda a desaparecer y en su seno llegue a ser verdaderamente el gobierno del pueblo a través de elecciones libres y libertad de expresión. De ahí que como no creen en ellas, o no les conviene ejercitarlo, necesitan el control, la represión, la planificación y el ensalzamiento de un sistema que anula la personalidad del ser humano.
De hecho, esas mismas sociedades marxistas son el mejor ejemplo de la dictadura sobre el proletariado. Se podrá decir con más o menos veracidad que la dictadura sobre el proletariado tiende a realizar las verdaderas necesidades de ese proletariado. Pero eso no quita nada el hecho de que la dictadura la ejerzan o el partido o, hablando con más precisión, un grupo de líderes.
La idea de una dictadura del proletariado resulta tanto más problemática, cuanto que casi todos los líderes teóricos o prácticos del proletariado no han sido proletarios. Marx, Engels, J. Lassalle, Kautsky, Rosa Luxemburg, Lenin, Trotsky, Castro, Tito, Mao eran burgueses que una vez convertidos a la idea comunista y gracias a sus extraordinarias cualidades, supieron dominar al proletariado y procuraron llevarlo a la nueva sociedad sin clases, fracasando en el intento. Bueno, eso de sin clases es un decir. Está la nomenklatura, con todos los privilegios, y todos los demás que como en Venezuela emigran en siete millones y en Cuba anhelan vivir en Miami, dejando un paraíso donde no hay comida, medicinas, periódicos libres, en definitiva, libertad.
Arnaldo Otegi, ante los hechos que suceden en Cuba, escribía un tuit esclarecedor sobre lo que es la ideología de Sortu. Decía: “Cuba sufre un bloqueo inhumano y criminal que ha recrudecido los efectos de una pandemia global. Cuba aspira a defender su soberanía y su modelo económico y social ejerciendo su derecho a la autodeterminación. En Euskal Herria lo tenemos claro: nosotros, con Cuba”.
Quien lo tuvo claro y estuvo con Cuba, no con su régimen, fue Sabino Arana, que mandó un telegrama por la independencia de Cuba, interceptaron el mensaje y lo encarcelaron, pero tanto Otegi como Arkaitz Rodríguez, que le organizó un funeral cívico a Fidel Castro en el Puerto donostiarra, lo que están es con Díaz Canel y Raúl Castro, puños de hierro de esa “dictadura del proletariado”. Cuando dice que Cuba “solo aspira a defender su soberanía y su modelo económico y social”, describe lo que desean para Euzkadi. Haría mejor Otegi rechazando un sistema que solo produce emigración, hambre, cortes de agua, electricidad y represión salvaje, tan brutal como la china en Hong Kong, con lo que el ejercicio del derecho de autodeterminación solo lo lleva a cabo la nomenklatura del régimen. ¡¡¡Para rato convocaría la dictadura cubana una consulta popular con garantías!!! Derecho a decidir sí, pero para Raúl.
Y es curiosa esa obsesión con los Estados Unidos, patria del imperialismo yanqui más abyecto según el castrismo y donde en Miami vive la gusanera más leprosa. Resulta que Cuba puede comerciar con todos los países del mundo, con todos, pero su obsesión son los Estados Unidos a pesar de que Barack Obama visitara la isla en el 2016 y se comprometiera con Raúl Castro a una serie de medidas que, por supuesto, el hermano de Fidel no cumplió ni una. Vino Trump, felicitado en su día por Bildu tras su elección, y echó para atrás todo lo conseguido. Y llega el demócrata Biden que al parecer es tan malo como Trump porque solo pide libertad y elecciones libres para ese atribulado vecino que sin turismo por la pandemia, sin caña, sin la dolarización de las remesas, sin el petróleo venezolano tras arruinar aquel país con sus recetas chavistas, solo le queda apagar Internet, reprimir ferozmente al pueblo, desoír a la Iglesia y asumir el papel de víctima del imperialismo yanqui ante una juventud harta del discurso jurásico de Sierra Maestra, el Ché Guevara, Playa Girón, el Cuartel Moncada y Bahía de Cochinos.
¿Cómo solucionó Fidel Castro la crisis de 1994 en el Malecón? Muy sencillo. Llegó el comandante y mandó parar. Abrió las puertas para que el descontento se fuera del país y de ahí vino la crisis de los balseros. Se fueron. ¿Ese es el modelo que quiere Sortu para Euzkadi? Fue a raíz de aquella crisis que Arzalluz les dijo aquella frase redonda de si HB gobernara Euzkadi se convertiría en un país solo para plantar berzas, berzas que nuestros revolucionarios de salón no están dispuestos a comer. Lo de ellos es ir a Cuba de vacaciones con billete de ida, pero sobre todo de vuelta. Eso de ¡Patria o Muerte! solo queda para los chuletones y las rabas con un buen marianito en esta Euzkadi tan burguesa y agusanada. Deberían irse a Taiwán y comprobar que China les bloquea, eso sí es un bloqueo, y sobreviven muy bien porque su sistema es democrático.
Quizás se dieron cuenta a tiempo de que esa milonga en Euzkadi es difícil de creer y pasaron de ser el Partido Comunista de las Tierras Vascas a una descripción más cercana que poco tiene que ver con su doctrina de que los pobres y trabajadores no tienen patria y de que lo importante es el internacionalismo proletario. En el tuit de Otegi nos viene a decir entre líneas que su referencia y su modelo social es el cubano y que lo del abertzalismo y la ikurriña es solo un poco de miel en la punta del anzuelo.
El EAJ-PNV siempre lo ha tenido claro. Somos abertzales, pero somos demócratas. Y lo mismo criticamos y condenamos el franquismo, Pinochet, el nazismo y el fascismo, tanto como el comunismo, el castrismo, el sumario 13/13, el GAL, ETA y todo lo que sea conculcar cualquier derecho humano que no es tuyo ni mío sino es universal frente a una Sortu que demuestra que la democracia no es su referencia, los derechos humanos solo si son de los suyos, y las libertades solo hasta conseguir el poder. Sinceramente, no sé cómo pueden disolver su dignidad en aguas tan putrefactas.
Este debate cubano en Euzkadi debería abrir los ojos a mucha gente sobre lo que sería nuestro país si algún día gobernara Sortu, puño en alto y gritos de ¡Patria o Muerte! Un país para plantar berzas o como en Cuba, irse al pérfido imperio yanqui como hicieron los alemanes cuando derribaron el Muro. Nos decía Don Manuel de Irujo a todas horas: “Todas las libertades son solidarias”. Pues eso.
* Parlamentario de EAJ-PNV 1985-2015