os toca vivir una gran crisis humanitaria mundial. Es una situación en la que se ven amenazadas la salud, la seguridad y el bienestar de toda la comunidad. La verdad que es un desafío para todos, especialmente para aquellas personas que se encuentran en primera línea de virus porque en su día decidieron que la vida tiene más sentido cuando se emplea para servir a los demás. Una decisión que hoy salva la vida a muchos seres humanos.
El confinamiento es muy propenso para buscar tiempo y reflexionaren las cosas que están pasando. Llevo unos días pensando en nuestras personas mayores que vivieron la dureza de la guerra o la postguerra pero que aun así trabajaron mucho y nos criaron. Que además, desde la crisis económica del 2008 hasta la actualidad, les ha tocado ayudar económicamente con sus pequeñas pensiones a sus hijos y que, por si esto fuera poco, ahora pierden la vida porque les toca ser los más vulnerables en esta dichosa pandemia. Es la injusticia perfecta.
Nuestros mayores siempre lucharon por nosotros, y ahora nos toca a nosotros comprometernos con el futuro económico de nuestros hijos. Dicen que cada uno somos los arquitectos de nuestro propio destino pero en esta situación, tenemos que recorrer juntos el camino. La frase la unión hace la fuerza tiene más relevancia que nunca. Cada uno de nosotros, en el puesto que nos toque, debemos ser sensibles y colaborar.
El empresario no debe olvidar que el valor de su empresa no está en las máquinas ni en los utillajes, ni en los vehículos, ni en los servidores informáticos. El valor lo aporta la materia gris y el compromiso de las personas que trabajan en la compañía. Tampoco debe olvidar que cada persona representa un proyecto de vida en familia, y que ésta necesita de una estabilidad económica.
El trabajador debe tener en cuenta también que la marcha de la empresa es muy sensible a esta nueva situación y que el empresario tendrá que maniobrar con decisiones que seguramente alterarán sus condiciones retributivas y horarios, eso sí, de forma temporal.
Las instituciones deberán flexibilizar los compromisos exigidos a los ciudadanos y sacar conclusiones de las posibles mejoras que se deben abordar en un futuro próximo. Algunos modelos deberán actualizarse, por ejemplo el modelo académico actual, la costumbre socio-empresarial de reuniones presenciales, la administración electrónica, etc. Las nuevas formas virtuales y telemáticas de interactuar han venido para quedarse. A las entidades financieras y a los grandes fondos de inversión, desde estas humildes líneas me gustaría enviarles un mensaje: no es el momento de recibir dividendos ni de aumentar beneficios. Es el momento de arrimar el hombro, de ayudar a aquellas personas y empresas que engrasan la maquinaria del negocio financiero, sea con comisiones hipotecarias o con los intereses de las líneas de crédito. Es el momento de aplicar una máxima humana en momentos dificiles: es de bien nacidos el ser agradecidos.
Nuestro futuro económico y prosperidad, necesita ahora un gran impulso por parte de todos y de manera sincronizada. Lo tenemos que volver a hacer. Lo hicimos en las inundaciones de agosto del año 1983, cuando 101 municipios vascos quedaron arrasados. Recuerdo que en Bilbao, el mismo día que paró de llover más de 5.000 voluntarios empezaron a retirar lodo, cascotes, coches, etc., que colapsaban la ciudad. Ese momento fue un punto de inflexión porque la ciudad había tocado fondo y era el momento de resurgir. De aquella transformación surgieron el metro de Bilbao, el Museo Guggenheim, etc.
Y cuando hemos tenido grandes retos empresariales nunca hemos dudado en remangarnos y trabajar con compromiso firme para revertir la situación. Recuerdo cuando hace muchos años la empresa CAF de Beasain estuvo a punto de cerrar por falta de actividad comercial. En aquella ocasión, los trabajadores de la empresa tomaron la determinación de ser accionistas de la empresa controlando accionarialmente la compañía y apostando por un modelo de aportes económicos desde sus propias nóminas. Hoy en día, la CAF es una empresa líder mundial en la construcción de ferrocarriles.
El territorio histórico alavés también se ha reconvertido y ha realizado grandes esfuerzos en adaptar sus sectores y modelos de crecimiento hasta el punto de que hoy en día la industria representa más de un 32% del PIB alavés. Además, hoy es un territorio pionero en empresas estratégicas de I+D+i, farmacia y biotecnología, y la fábrica de Mercedes Benz de Vitoria-Gasteiz cuenta con más de 5.000 trabajadores y genera el 4,9% del PIB vasco, por ejemplo.
Por eso digo abiertamente que creo en el ser humano. Creo en Euskadi, en su gente, y de manera muy especial en su compromiso. El pueblo vasco es un gran pueblo. Pienso que éste es un gran reto al que nos enfrentamos y que, sin duda, vamos a poder superar entre todos y para el bien de todos. Hemos demostrado siempre que en esta vida lo importante no es lo nos que ocurre sino lo que nosotros hacemos con lo que ocurre. ¡¡Aurrera!!
El autor es presidente de Arasur