La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que avala el régimen lingüístico del sistema educativo en Catalunya establecido en la Ley de Educación de la Generalitat y que, en consecuencia, declara plenamente legal la inmersión lingüística supone un nuevo espaldarazo al autogobierno, a la enseñanza propia y al derecho a conocer las dos lenguas en las comunidades bilingües y, al mismo tiempo, es un varapalo para los detractores de la enseñanza en catalán y los partidarios de la recentralización, también en este terreno. Al igual que ocurre en Euskadi, el Estatuto catalán reconoce a la Generalitat la competencia exclusiva en materia educativa. Desde hace décadas, las instituciones vienen aplicando la denominada inmersión lingüística mediante la que los alumnos que se incorporan al sistema educativo sin conocer el catalán reciben una atención que les permita iniciar el aprendizaje de la lengua garantizando así su uso sin discriminación alguna. Un procedimiento que ha demostrado, desde todos los puntos de vista, su virtualidad, su conveniencia y su éxito tanto para los alumnos como para los centros y, en último término, para la sociedad. Sin embargo, y pese a que el propio TC ya había avalado de manera indirecta la inmersión en su sentencia sobre la reforma del Estatut en 2016, el PP presentó en 2009 un recurso contra la Ley de Educación de Catalunya en la que pedía la anulación del régimen lingüístico. Por contra, el TC fija que la inmersión no supone la exclusión del castellano ni la imposibilidad de que los alumnos puedan recibir la educación en castellano durante el periodo de adaptación, por lo que entiende, con plena lógica, que la normativa “considera las dos realidades lingüísticas”. Este aval deja en ridículo al PP y es un torpedo en la línea de flotación del argumentario de las tres derechas, que, contra toda evidencia, proclaman a diario que en Catalunya se excluye al castellano y se educa en el odio a España, tal y como -también de forma reiterada- se ha dicho en muchas ocasiones del sistema educativo vasco. De hecho, en esta campaña el conflicto lingüístico ha sido uno de los ejes de PP, Ciudadanos y Vox. Y a buen seguro lo seguirá siendo, porque la derecha solo busca la tensión y la crispación, también mediante la utilización política de la lengua con falsedades con el fin de generar división y miedo para imponer su modelo de recentralización y aniquilar el autogobierno.