Uno de entre los muchos efectos perniciosos que el proyecto de la línea de alta velocidad TAV entre Pamplona y Vitoria tendría en nuestro territorio, es el de aumentar aún más el grado de macrocefalia urbana de nuestra provincia. Esto es: la concentración de población, poder político, económico y administrativo de la ciudad capital. Vitoria ostenta el triste récord en España, con más de un 75% en este apartado, la siguiente ciudad es Zaragoza con un 69% y el resto de ciudades van muy por detrás.
Un fenómeno que se producen cuando se construyen estas colosales infraestructuras viarias que, recordemos, no tendría ninguna parada entre la capital navarra y la de Álava es el de la succión: absorción de la población cercana a estas urbes. Los viajeros solo utilizarán estas dos ciudades en detrimento del resto del territorio al que se le excluye de este medio pese a sufrir en mayor medida las afecciones de dicha vía. En los últimos años, a estas zonas rurales se les ha ido despojando de varios servicios de trenes de cercanías; nuestros políticos han utilizado la falta de rentabilidad de dichos trenes para justificar dicho despojo. Con esta política se está contribuyendo al uso del transporte privado. Se demuestra que el TAV se construye a costa de los trenes de cercanías que sirven a los intereses de las poblaciones rurales. Esta situación, lejos de mejorar, empeorará de persistir en la construcción del tren de alta ferocidad TAV. Ingentes cantidades de dinero público hipotecando nuestro presente y futuro. Dinero que sería muchísimo mejor empleado en sanidad, educación, ayudas sociales, cultura y por supuesto para la mejora de las vías ya existentes y mayor dotación de trenes. Esto último incidiría en un menor uso del transporte privado o ¿cómo piensan nuestros políticos meterle mano al cambio climático?
Pueblos como Ibarguren, Urabain, San Román, etc. se verían gravemente afectados por este megaproyecto. La viviendas y terrenos de estos vecinos resultaran devaluadas. ¿Quién va a querer vivir en estas aldeas con semejante muro de hormigón y trenes de alta velocidad circulando por tu entorno? No sería del todo extraño que alguno de los vecinos malvendiera sus pertenencias y fuera a vivir a Vitoria, aumentando más aun la ya disparada desproporción territorial.
En nombre del progreso, intereses estratégicos, bien común y demás expresiones que tan bien saben utilizar algunos políticos en el poder y, por qué no decirlo, ingentes cantidades de millones que se van a llevar las grandes empresas constructoras y grupos financieros que avalan todo este despilfarro del erario público, nos quieren convencer a la ciudadanía de las bondades de este despropósito medioambiental que hipotecará nuestro presente y futuro. ¡No en mi nombre!