inasequible al desaliento, el presidente del Gobierno aprovecha una aparente debilidad -un ataque de lumbago que hizo esperar a su mismísima majestad- para transformarla en un nuevo impulso a su excelsa carrera política. “Estoy en forma para ganar las próximas elecciones”, respondió a las cuestiones sobre su salud. Parecido a lo de aquel accidente de helicóptero junto a la ahora defenestrada lideresa Esperanza Aguirre que, lejos de derribarle, le atornilló al poder en el PP hasta que por fin, seis años después, consiguió acceder a La Moncloa. Y a ver quién le saca ahora de ahí. Ni la crisis ni los catalanes, ni siquiera el lumbago le merman al tiempo que anuncia su empeño en mantener esa estrategia tan denostada por algunos pero al parecer tan efectiva. “Soy partidario de no hacer nada antes del 1 de octubre”, confesó cuando se le volvió a inquirir sobre su postura ante el ya convocado referéndum catalán. ¡Acabáramos! Pues como siempre ha hecho. Que las cosas se arreglen solas y, si no, ya entrarán en liza los fiscales y tribunales, casi siempre estrechísimos colaboradores del presidente. Que la Justicia se ocupe de esas menudencias que él sigue a lo suyo: ganar elecciones. Si no me votan en Catalunya ya lo harán en otros sitios, mire usted. Desde luego, se mantiene en forma.
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