Desde ARAMUS-Araban Adinekoentzat Musicoterapeuta taldea, la agrupación de musicoterapeutas profesionales que trabajamos en Vitoria en el ámbito de las personas mayores, queremos expresar nuestra preocupación por la noticia publicada en este periódico el pasado 13 de marzo de 2017 bajo el título Tocando la tecla más emocional. Arrancarse a bailar o a tararear canciones es el poder de la musicoterapia en residencias alavesas del dúo Mendalecu. Según su artículo “Es el poder único que tienen las canciones y que el gasteiztarra Carlos Lecuona, saxofonista, de 76 años, junto con el acordeonista Javier Mendaza, de Santa Cruz de Campezo, de 83 años, emplean desde hace décadas de forma terapéutica en muchas de las residencias y centros para mayores del territorio a través del dúo Mendalecu.”

Estamos totalmente de acuerdo en la afirmación de que la música tiene efectos muy positivos en las personas, pero el empleo terapéutico de la música requiere de personal específicamente cualificado, exigencia que por la información que aporta el texto entendemos que no es el caso de la pareja musical Mendalecu.

Queremos matizar que nos parece admirable la labor del dúo Mendalecu, y que efectivamente comprobamos a diario, en nuestra tarea profesional, que la música es una herramienta muy poderosa en la intervención con personas mayores. El problema está en cómo definimos y describimos esta intervención. Tal y como lo explican Torres, E., Del Campo, P. y Saralegui, I. (2017), “Escuchar música en vivo o música grabada puede procurar ambientes más relajados y normalizar un espacio que puede vivirse aislado y hostil. Esa facilitación y acompañamiento ambiental es saludable y beneficiosa. Pero no es musicoterapia.”

Para finalizar quisiéramos matizar que definir cada acción por su nombre dignifica a las personas y a las profesiones. Músicos y musicoterapeutas debemos colaborar en el ámbito de la salud, pero cada uno con sus propias herramientas, encuadre, objetivos, etc. Muchas gracias