curiosa estrategia la que está llevando a cabo España en la campaña electoral catalana. Es evidente que el deseo independentista ha calado entre los habitantes de aquel pequeño país, que diría Guardiola, y desde hace tiempo me inclino a pensar que, precisamente, el statu quo bipartidista es quien más ha contribuido a propiciar esa desafección con el Estado. Desde aquel boicot a los productos catalanes jaleado desde el gobierno absolutista de Aznar hasta el irritante desprecio de Rajoy cuando la Generalitat le pedía un pacto fiscal, pasando por el incumplimiento de Zapatero con el nuevo Estatut. Así, hasta que los catalanes se han hartado y van adhiriéndose a la causa de Mas, al que por cierto apoyarán ahora porque conviene, pero al que sin duda después le pasarán factura por su pésima gestión. La mayoría antiespañola parece tan amplia que hasta en Madrid la dan por inevitable, se han asustado de verdad y han pasado al capítulo de las amenazas. La batería de advertencias se multiplica: Morenés saca a pasear al Ejército, Obama, Merkel o Cameron amenazan con la exclusión europea, empresarios y banqueros dibujan escenarios catastróficos, el Banco de España habla de corralito, la Liga y el Gobierno tachan al Barça y al Espanyol de sus competiciones... Acojonadicos perdidos, vamos. ¿Y después?
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