definitivamente me estoy volviendo antieuropeísta. Debe ser que estoy envejeciendo y que mi demagógica mente chochea, pero cada vez me convence menos esta Unión de chichinabo que para lo único que vale realmente es para salvaguardar los intereses de algunos. Esta incapacidad manifiesta para resolver los problemas de los más débiles, los que no pueden protegerse a sí mismos, no es sino la traslación supina de la mediocridad que impera en la mayoría de los gobiernos de los Estados miembros. ¡Si hasta se me hace engorroso el mero enunciado de la sarta de matices que hay que introducir para nombrar las cosas europeas! En fin, que ya vivimos no hace demasiado tiempo el enésimo capítulo de la Guerra de los Balcanes y ya se vio la inutilidad de Europa para frenar la masacre. Lo mismo que en Ucrania. Mucho traje de dos mil euros y mucha parafernalia multilingüística pero, a la hora de la verdad, a los dirigentes se les nota incómodos cuando hay que remangarse más allá de aprobar recortes o cuotas de tal o cual producto. Sólo les preocupa el reparto del pastel, son simples administradores de intereses espurios. Cuando llega otra crisis de personas, la de los refugiados, se vuelven locos para entablar acuerdos. Andan rápidos para presionar a los catalanes, eso sí.