el Pequeño Nicolás ha vuelto a aparecer. Es de esperar que esta vez no se le haga tanto caso, pero no se fíen, que ya he visto alguna televisión ávida de sacarle tajada. Resulta que Francisco Nicolás Gómez, que así se llama, quiere presentarse a las próximas elecciones generales con el único punto del día en su programa de suprimir el Senado. Así dicho, no está mal su propuesta y, si persiste de aquí a diciembre, quizá hasta me anime a votarle. Sólo le pondría una condición: que firme anticipadamente y ante notario su dimisión inmediata en cuanto proceda al cierre de la Cámara alta. No vaya a ser que lo único que pretenda es vivir del cuento, llámenme escéptico. Claro que, por otra parte, igual es injusto exigirle que se vaya si al final es el único de todos los candidatos que cumple su programa. Bueno, vale, pues que se quede la legislatura entera, que al fin y al cabo un friki más o menos tampoco nos lleva a ninguna parte y el servicio que llevaría a cabo sería impagable para los que, como yo y al parecer él, pensamos que el Senado es una de las instituciones más inútiles que existen. También se presentó el Chikilicuatre a Eurovisión y a todos nos hizo gracia. Era un actor, pero quedó igual de bien o de mal que cualquier cantante. Pues eso, que Nicolás fiche a Buenafuente como manager y a ver qué pasa.