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Opinión Honorable chorizo

No encontraba el momento de contarlo, dice el honorable. Que se trata de una herencia, argumenta la caricatura de Yoda. Que es un asunto personal en el que nada tiene que ver el partido, explica Artur Mas en otro esquizofrénico intento de evitar lo inevitable, o sea, la desafección definitiva entre la gente y los políticos. Jordi Pujol, president de la Generalitat catalana durante 23 años, nada menos. Tiene siete hijos y seis de ellos exudan un tufillo a mierda que apesta. Corrupción por valor de más de 100 millones de euros, cifra aún por determinar pero que se acabará sabiendo. Que la corrupción de los poderosos no es de ahora, que los adalides de la democracia nos han timado desde el principio. Que a la muerte de Franco algunos vieron la opción de montarse un chiringuito a costa de los gilipollas que todo lo tragan con tal de superar la nefasta cuarentena de dictadura. Lo peor es que la cosa va a más y donde antes se afanaban mil millones de pesetas ahora se traduce en euros. Será por el redondeo o por la Europa esta que tanto bien nos hace. Jordi Pujol ha confesado compungido y arrepentido pero no cuela. Huele a pacto oscuro y miserable, como la amnistía fiscal del PP, o las medidas tomadas contra nosotros por nuestro bien. “No se os puede dejar solos”. Ayer y hoy.