"ya está aquí, ya se ve". ¿El qué Soraya?, le preguntaron a la vicepresidenta del Gobierno el otro día en Valladolid. "La alegría en las calles; se nota que ya se vive de otra manera", proclamó la mano derecha de Rajoy para explicar su inusitado optimismo. Esta particular percepción del sentir general le sirve a la prócer popular para justificar las políticas aplicadas hasta ahora e insistir en la perseverancia. "Hay que seguir así, no hay otro camino", apuntilla su presidente. "¿Quién habla hoy de la prima de riesgo, dónde está?", comentaba al parecer eufórico ante las escasas 500 personas que fueron a escucharle a Sevilla. Y ánimos a los suyos, a los que le quedan, para superar el tropezón machista de Cañete y amarrar la victoria en las elecciones europeas del domingo. No me atrevo yo a pronosticar lo contrario visto el paupérrimo potencial del dúo socialista Rubalcaba-Valenciano y el quiero y no puedo de la mayoría de los nuevos partidos surgidos al abrigo de la crisis. Ya ven, unos alegres, otros tristes y otros echando a andar -aunque a la contra, más que nada-. Pero, igual, la que realmente vence es la abstención porque, quizá, lo que ocurre es que la gente ya no cree en la política. Hasta mis hijos se han enterado de lo que ganan los eurodiputados antes de saber qué defiende cada quien.
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