El deprimente debate -y aún más su corolario- entre los candidatos de PP y PSOE a las elecciones europeas ha puesto en evidencia al menos tres cuestiones de fondo democrático. En primer lugar, las diferencias de concepción democrática aún existentes entre España y Europa: mientras en Madrid debatían cara a cara únicamente dos candidatos, un abuso del decadente régimen bipartidista que ambas formaciones han manejado a su antojo durante las últimas décadas, en Bruselas debatían los cinco candidatos a la presidencia de la Comisión Europea, populares, socialdemócratas, izquierda, liberales y verdes. Mientras en España los ciudadanos con tiempo, ganas y paciencia asistieron a un debate en el que el proyecto de construcción europea ni siquiera parecía formar parte del guión pactado entre ambos partidos, en Bruselas las claves políticas, ideológicas y económicas de la Unión Europea de hoy, con el paro, la austeridad y el desmantelamiento del pacto social del Estado de Bienestar, acapararon los momentos más intensos del debate. Cañete y Valenciano se limitaron al habitual cruce de reproches del bipartidismo español. Mientras el formato del debate en España era más propio de un simulacro franquista con la televisión en blanco y negro pero en pleno siglo XXI, la apuesta periodística y de imagen del debate europeo ofreció posibilidades y espacios de libertad y de actuación a los candidatos. Con todo, lo mejor del debate Cañete-Valenciano fue la exposición pública del agotamiento político del sistema bipartidista y la torpeza de un candidato al que la prepotencia le derrotó. Y esa derrota ha situado a Cañete ante su propio retrato como un político machista y ultra, connotaciones de las que ya había dado sobradas muestras en su larga trayectoria política que, sin embargo, no le han impedido ser ministro en dos gobiernos del PP, con Aznar y con Rajoy, y candidato europeo ahora. Su pésimo debate y su inaceptable discurso machista para defenderse de su derrota ante Valenciano animan una campaña que el PSOE tenia perdida y que ahora Cañete ha podido perder para el PP. Pero sobre todo le inhabilitan como posible miembro de la Comisión Europea. Un personaje sociológicamente franquista, machista y con oscuros intereses empresariales particulares mezclados con su actividad política no tiene sitio en la UE.
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