¿aqué viene este afán de los gobernantes por regalar lo que es nuestro y no suyo? Hace tiempo que algo huele mal en las instituciones alavesas, sobre todo cuando recaen en manos del Partido Popular. Será casualidad, o no, pero fue en tiempos de Alfonso Alonso cuando se firmó ese contrato de alquiler vacío de contenido pero multimillonario en números, obviamente nuestros que no suyos, de los bajos de la calle San Antonio. Y ha sido en tiempos del también pepero Javier Maroto cuando se ha prácticamente regalado el uso de esa plaza de toros tan, decían, multiusos y tan, digo, prescindible sencillamente para darle algún uso y esconder la supina estupidez de su construcción. Que por no valer no vale ni para responder a la decreciente demanda de corridas de toros, un espectáculo cada vez más demodé y denostado, y mucho menos para albergar música por su deficiente sonoridad y nula confortabilidad sobre todo en invierno. Ahora llega el diputado, también popular, Javier De Andrés y cede graciosamente las instalaciones de Izarra a una empresa de dudosa procedencia que dice dedicarse a simulaciones bélicas. ¿Contraprestaciones, puestos de trabajo? Pues no. ¿A qué estamos, a jugar a los soldaditos? Ya está bien.
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