hace 25 años que se creó el Fórum Feminista María de Maeztu. Corrían buenos tiempos para la igualdad, o eso creíamos nosotras entonces. En 1983 se había creado el Instituto de la Mujer en Madrid y en 1988, gracias al impulso de algunas mujeres que luego crearon el Fórum, en Euskadi inició su andadura Emakunde. Por otra parte, en respuesta a las reivindicaciones feministas, tanto el Gobierno central como las instituciones locales, provinciales y autonómicas habían puesto en marcha servicios específicos de atención a las mujeres maltratadas, de información sexual, ayuda psicológica o asesoramiento legal, entre otros.
En una coyuntura económica mejor que la actual, animadas por la experiencia de feministas de otros países que acudieron al II Congreso Mundial Vasco en 1987 y por la creación Emakunde, las mujeres del Fórum iniciamos un camino que sabíamos que sería largo, y en el que queríamos implicar, de una u otra forma, a mujeres y hombres que creen en la igualdad y que luchan por ella.
Aunque veníamos de una dictadura que durante 40 años había reforzado los roles tradicionales de las mujeres, en los años precedentes a la creación del Fórum ya se habían conseguido algunos avances: los anticonceptivos estaban despenalizados; existía el divorcio; teníamos una tímida ley de interrupción voluntaria del embarazo y España se había sumado a las directivas europeas contra la discriminación de las mujeres. En Educación, habíamos pasado de la escuela segregada por sexos a la escuela mixta; la participación de las mujeres en el mercado laboral iba en aumento y empezaban a ponerse en marcha medidas contra la violencia machista. También los medios de comunicación parecían estar contribuyendo a esa marea a favor de la igualdad. Era, por tanto, una época para la ilusión.
25 años después, constatamos avances en el ámbito educativo, ya que las jóvenes de hoy tienen una formación como jamás han tenido las mujeres en este país. También la actual ley de divorcio y la de interrupción voluntaria del embarazo son prácticamente como las que en su día propuso el movimiento feminista. Tenemos, además, leyes de igualdad y contra la violencia de género, así como la ley del matrimonio homosexual, y esos han sido grandes logros, pero la cuenta del debe es muy larga y los retrocesos son evidentes.
El actual modelo de enseñanza está muy lejos de educar en igualdad y las jóvenes tienen pocas oportunidades para acceder a un puesto de trabajo; la discriminación salarial entre hombres y mujeres sigue existiendo y la violencia machista permanece. Tampoco la corresponsabilidad avanza al ritmo que la mayoría de las mujeres deseamos. Por otra parte, tanto el poder político como el económico siguen estando mayoritariamente en manos de los varones y la pobreza tiene nombre de mujer. En cuanto a los medios de comunicación, la mayoría de ellos invisibilizan los mensajes relativos a la igualdad y refuerzan los roles tradicionales.
En países como India, Pakistán, Afganistán o Irán, la situación de las mujeres es aún peor. Allí son quemadas, apaleadas, lapidadas y condenadas a muerte por defender sus derechos. En México, Guatemala y países del entorno, las mujeres están siendo sistemáticamente violadas y asesinadas, y en otras partes del mundo muchas mujeres son secuestradas para ejercer la prostitución. Las primaveras árabes, por su parte, tampoco están respondiendo a las expectativas creadas.
Pero no todo es discriminación, muerte y violencia contra las mujeres. Afortunadamente, tenemos ejemplos en el norte de Europa (Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca o Islandia) que invitan a la esperanza. Esos países siguen estando a la cabeza de la igualdad. Además, hemos observado en ellos que una mayor equidad, una mayor corresponsabilidad entre mujeres y hombres, unos mejores servicios sociales y una sociedad con más derechos pueden ser rentables para la economía de un país. Aunque la igualdad no debe medirse por su rentabilidad económica, ya que es un tema de justicia social, se ha demostrado que contribuye al bienestar de la ciudadanía.
Por todo ello, y ante la actual situación de recortes en materia de igualdad y de retroceso en los derechos adquiridos, las mujeres del Fórum consideramos imprescindible que el movimiento feminista aparezca con una sola voz en temas relacionados con la igualdad; que implique a otros movimientos sociales que luchan por los derechos humanos y que la ciudadanía responda con contundencia a los recortes de las instituciones en materia de igualdad. La igualdad no es algo superfluo, sino un elemento fundamental de las sociedades democráticas.
No son buenos tiempos para la igualdad. Precisamente por ello, debemos redoblar nuestros esfuerzos para defenderla. Hoy, más que nunca, es necesaria la unión de todas las personas y grupos que luchan por la igualdad. Porque estamos convencidas de que la mayoría de la sociedad desea un reparto más equitativo de la riqueza y una mayor igualdad de mujeres y hombres en el mundo.