"Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir". A la mayoría de los que lean esta disculpa no hace falta recordarles quién la dijo, ni siquiera es necesario evocar al elefante muerto en Botsuana. ¿Pensaban que iba a regodearme con lo de Rafa Nadal dando el pésame por adelantado a Nelson Mandela? ¡Qué va! Peccata minuta. Hablo de otros humildes, que se está poniendo de moda entre los mandamases reconocer los errores. Y, si no, fíjense en las dos perlas de los últimos días, con el Fondo Monetario Internacional asumiendo todo contrito y compungido que ha cometido "notables errores" en el diseño del rescate a Grecia por subestimar los efectos negativos que los recortes iban a causar en la economía del país. Un fallo lo tiene cualquiera, ¿no? Y que se jodan los que han perdido su trabajo, su negocio, su casa, su familia, a veces hasta su vida... Otro fallo al descubierto en las últimas horas con Luis de Guindos como implacable denunciante: la fusión de siete cajas para crear Bankia y su salida a Bolsa. Menos mal que el Gobierno tomó cartas en el asunto con aquella inyección de 20.000 millones de euros y ahora el banco vuelve a ganar dinero. También son errores para el ministro las preferentes, la burbuja inmobiliaria, el boom crediticio de los bancos antes de las crisis... Ahora ve lógico que se rechacen la mayoría de los créditos, claro. Y prepárense para los siguientes errores que vienen: hacerse viejo, comer, ponerse enfermo, estudiar... ¿Por qué algunos no se van un poco a la mierda?