En lugar de hacer un ejercicio de humildad y de reconocer lo evidente (que, obligado por Bruselas y otros países, ha tenido que tomar unas decisiones drásticas que tan sólo unos días antes descartaba), el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha dicho que no realiza cambios ni da bandazos en su política, y que con estas medidas responde a las circunstancias.
El Ejecutivo ha perdido el rumbo y se aferra a ocurrencias ideológicas para distraer la atención, como la de un posible impuesto para los ricos, o a explicaciones peregrinas para las que elige escenarios idóneos para el populismo como el programa de televisión La Noria o el mitin en Elche.
La situación es tan delicada que ya no aguanta más. España necesita un Gobierno que gobierne y éste ha dado muestras suficientes de que no está capacitado. ¿Tal vez por ello le han impuesto como número dos a Pérez Rubalcaba?