La obesidad es el almacenamiento excesivo de tejido adiposo. Si el aumento de peso no supera el 20% del peso ideal que corresponde a esa persona recibe el nombre de sobrepeso. No toda persona que tiene un peso superior al idóneo es obesa. Hay un paso intermedio que es el citado sobrepeso. El sobrepeso no es obesidad, pero si uno no se cuida, lo será. Pasando de este 20% entramos ya en la obesidad.

Actuar sobre las causas modificables

Hay una serie de causas determinantes de la formación de la obesidad. Unas no modificables: herencia genética, (constitución heredada de los padres), edad, (con los años se van acumulando grasas como reserva calórica y defensa frente al frío) y el sexo, (hay una mayor propensión a la obesidad en la mujeres). Contra esto nada podemos hacer.

Hay otras modificables. Y son fundamentalmente dos: el exceso de alimentación y el sedentarismo. Tenemos que actuar sobre estas dos causas para prevenir y combatir la obesidad.

La falta de compensación

La obesidad es un problema sanitario, costoso en los países del mundo desarrollado. Comemos más de lo que necesitaríamos para desarrollar una vida de gran actividad física, y cada vez nos movemos menos. Hay una serie de circunstancias que nos llevan a ello. El aumento de la capacidad adquisitiva, la gran variedad y disponibilidad de todo tipo de alimentos en cualquier época del año, el aumento del tiempo libre y la publicidad que nos incita a consumirlos.

Y en lugar de quemar ese exceso de energía gastamos menos que nunca. La facilidad para desplazarnos que nos proporcionan los medios de transporte modernos, la sustitución del empleo de la fuerza en el trabajo por el uso de máquinas, unido a que cada vez es más el tiempo de ocio y a que ese tiempo se emplea en actividades sedentarias, nos conducen a un aumento de peso corporal.

No se conocen todos los mecanismos que emplea el cuerpo para metabolizar los alimentos y para almacenar el exceso de energía, de modo que no tenemos una explicación mínimamente satisfactoria para una serie fenómenos relacionados con la obesidad.

El sobrepeso no es obesidad, pero si uno no se cuida, lo será.

Obesos que no comen y delgados que devoran

Hay personas que comen más de lo que aparentemente consumen y sin embargo no aumentan su peso. Hay aquí algún factor de compensación que ignoramos. Otros individuos mantienen constante su peso a pesar de variaciones notables en la cantidad de comida que ingieren. Hay personas obesas que comen poco, y hay otras delgadas que devoran. No toda la culpa la tiene la herencia. Deberíamos distinguir entre dos tipos de herencia: la herencia genética y la herencia del tenedor.

Muchas veces es más importante esta última que la primera. El que tiene las dos, antecedentes familiares de obesidad y un buen saque, aprovecha para echar todas las culpas a la herencia, “Yo, es que soy gordo por naturaleza”, y se niega a reconocer que come más y se mueve menos de lo que debería.

Hay una gran diferencia en la forma en la que se dispone uno a comer según tenga verdadera necesidad o no. 

Dos ejemplos:

-¿Qué hay para comer? (pregunta del que tiene poco apetito, aunque luego se ponga morado).

-¿Hay algo para comer? (éste sí llega con ganas, y puede que coma todavía menos que el anterior).

-Hay pacientes que no están dispuestos a comer menos y dicen al médico:

Si hago 3 horas de gimnasia y 2 de natación y 2 de paseo, al día, seguro que bajaré peso. Al médico no le queda más remedio que hacerle volver a la cruda realidad: Si hace usted todo esto que me dice, será usted el gordo más ágil del país. Si haciendo ejercicio quema un 20% más de lo habitual, y luego resulta, que el deporte le ha dado más apetito, y come un 30% más, no sólo no bajará peso, sino que engordará. 

¿Por qué nos pasamos comiendo?

  • Por comer a lo bobo 

Una costumbre importada de USA, como parte de su cultura, es la toma mecánica de alimentos. Sin ganas, sin disfrutar de ello y sin darse cuenta de todo lo que se está comiendo. Es comer a lo idiota: tragando palomitas y otras fruslerías mientras se ve la TV, o en las salas de cine. Cuanto más interesante y emocionante es la película, más se come. Y además prestando menos atención a lo que se ingiere, pues toda la atención se la lleva la película. 

  • Por comer por frustración

La comida como compensación inmediata de la ansiedad, tras frustraciones o miedos. El alimento es una recompensa, algo que consuela cuando uno se siente fracasado.

Algunas perdonas cuando tienen problemas de ansiedad, de frustración o de baja autoestima echan mano a lo primero que encuentran para comer. Es casi un acto reflejo y, por supuesto, no placentero, ni consciente.

  • Por comer por placer

Aquí entran los que engordan porque comen en exceso, por puro placer. Hay una serie de factores que favorecen esta forma de actuar:

  • El hábito cultural que hace que las celebraciones sean a base de banquetes.
  • La costumbre de realizar apuestas con comidas y cenas.
  • Hacer las reuniones de trabajo en el restaurante en lugar de en la oficina.
  • Las comidas y cenas semanales en los txokos.

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