Difícilmente imaginó Masako Katsura (Tokio, 1913- Tokio 1995) que la sala de billar de su cuñado determinaría su vida y la convertiría en uno de los iconos femeninos del billar por ser la primera mujer profesional que compitió en un campeonato mundial.

Al morir su padre con apenas 12 años, Katsura se fue a vivir con una de sus cuatro hermanas y su marido, Tomio Kobashi, para el que pronto trabajó como asistente en su salón de billar en Tokio. Fue él quien le enseñó los fundamentos del billar francés o de carambola, sembrando el germen de lo que después se convirtió en una figura excepcional por su claridad de golpe.

Giras por Japón y China

Horas y horas de práctica impulsaron que la ambidiestra Katsura triunfara en el campeonato de mujeres del torneo de riel recto de Japón. Después, tras hacerse profesional de la mano del campeón de Japón Kinrey Matsuyama, comenzó a viajar por Japón y China profesionalizando un deporte que comenzaba a escribirse en femenino. Ella recibía las clases del maestro japonés, entrenándola en el billar de tres bandas, una de las modalidades más complejas del juego, que exige tocar la banda tres veces con la bola blanca antes de que ésta alcance dos bolas para ganar puntos. Tras cumplir los 19 años, solo compitió en torneos masculinos llegando a acumular 10.000 puntos en una exhibición de cuatro horas y media. Fue precisamente en una de ellas donde impresionó a un joven soldado americano entre el público: el hijo del ocho veces campeón mundial estadounidense Welker Cochran, que al verla jugar, escribió a su padre describiendo el prodigio al otro lado del Pacífico: “iEsta chica es mejor que tú!”. 

“A los hombres no les gustaba que les ganase, pero mi cuñado me corregía los golpes y poco a poco no quedó ninguno con dignidad en Tokio”, señaló. Para entonces, Masako Katsura ya tenía dos segundos puestos en el campeonato nacional de tres bandas de Japón y había roto todos los moldes pese a que la presencia de las mujeres en el billar era más frecuente en tierras orientales que en los Estados Unidos. 

Allí recaló tras casarse con Vernon Greenleaf, un sargento mayor del Cuerpo de Intendentes del Ejército de los Estados Unidos a quien también entrenaba. Se instalaron en California y pronto el propio Cochran salió de su retiro para conocerla tras las espectaculares referencias invitándola a una exhibición privada. “Es la cosa más maravillosa que he visto. Es probable que golpee a cualquiera, incluso a Willie Hoppe (otro jugador profesional que había ganado más de 50 títulos mundiales entre 1906 y 1952). No pude ver ningún punto débil”, dijo el campeón tras verla jugar.

La primera por un título del mundo

Cuando fue invitada a participar en los Campeonatos del Mundo de 1952, organizado por el propio Cochran, Masako Katsura ya era toda una billarista excepcionalmente dotada y una auténtica celebridad por una innegable apariencia cinematográfica y un glamur que propulsaron su gancho social. Katsy, como la apodaron, brilló en las revistas de la época. Time la definió “tan alta como un taco (1,5 metros) y ligera como un lápiz de colores”, mientras alguno de sus rivales destacó su instinto asesino: “Si tenías la menor idea de tranquilizarte porque era únicamente una niña linda, estabas muerto”.

Katsy quedó séptima en aquel campeonato que la encumbró como la primera mujer en competir por un título mundial, al año siguiente quedó quinta, y un año después cuarta, ganándose el sobrenombre de Primera dama del Billar. Un fenómeno que abrió un nuevo campo para las mujeres tal y como apuntó el propio Cochran: “Su presencia ha hecho que el juego sea una opción para las niñas”. Y es que el progreso que logró Katsura para las mujeres en un juego tradicionalmente dominado por hombres fue extraordinario en apenas unos años.

Tapa de una de las biografías de la billarista, Masako Katsura.

Tapa de una de las biografías de la billarista, Masako Katsura. Cedida

 Sin mucho ruido desapareció, sin embargo, de los salones de billar para reaparecer años después, en 1976 en el Palace Billiards de San Francisco realizando una carrera de 100 puntos. No falló, sonrió y se inclinó ante la multitud que la adoraba, alejándose después de los focos y desapareciendo para siempre del billar estadounidense.

Japón fue el lugar de su retirada a donde regresó para cuidar de su hermana y pasar sus últimos años. Su nombre está incluido en el Salón de la Fama de la Asociación Profesional de Billar de Mujeres y Google le dedicó uno de sus doodles el 7 de marzo de 2021, aniversario de aquel primer campeonato internacional con una mujer en la mesa, armada con taco y tiza, y por el que hizo historia.